LAS COMPARACIONES siempre son odiosas, pero a veces no queda otra alternativa que hacer referencia a ellas, sobre todo para que algún erudito conozca la realidad y se abstengan de decir tonterías. La cultura también genera trabajo, y el recorte ayudará a mandar más gente al paro.

Se está celebrando el 45º Festival de Ópera de Las Palmas, y como ya comenté semanas atrás, hacen cuatro títulos con cuatro funciones cada uno, con funciones incluso en domingo, algo impensable en Tenerife. Ya han representado "Carmen", y este sábado ha sido la última puesta en escena de "Capuletos y Montescos". En el mes de mayo se podrá ver "Rigoletto", y en junio "Los pescadores de perlas", con el tenor Juan Diego Flórez. Realizan también actividades paralelas, como conferencias y un ciclo de cine relacionado con la ópera, en colaboración con el Vicerrectorado de Cultura y Deporte y el Aula de Cine de la Universidad de Las Palmas.

Toda esta información sería normal si no fuese por el recortazo en cultura del Gobierno de Canarias, que solo ha asignado cuarenta mil euros para cada provincia. Mientras en Tenerife se está pensando en suspender, o intentando hacer al menos un concierto para salir del paso, los Amigos Canarios de la Ópera de Las Palmas sacan su temporada adelante. ¿Cómo? La respuesta está en la asistencia de público, imposible en Tenerife, pues los espectadores de esta isla jamás pagarán noventa euros por una butaca, y aún menos los ciento veinte euros que costará ver "Los pescadores de perlas".

El precio de las entradas fue siempre tema de discusión en ATAO durante los años que estuve como directivo. La mayoría de componentes de la junta creía que debían ser económicos, para evitar la ausencia de público, pero el costo de las producciones obligaba a recaudar lo necesario para no tener déficit. Después de tantos años de esfuerzo y sacrificio, ahora nos encontramos ante el dilema de la continuidad del festival. Mientras, y a pesar del importe de las localidades, en Las Palmas no tienen problemas con el aforo y llenan todas las funciones. En el Pérez Galdós también hay precios económicos para estudiantes en el segundo anfiteatro (seis y diez euros), lo que equivaldría en el Guimerá a las butacas de la segunda fila lateral de paraíso, o las últimas filas de gallinero, algunas sin apenas visibilidad. En el Liceo de Barcelona en septiembre habrá un ciclo de Wagner, y las entradas oscilan sobre los doscientos cincuenta euros. No me parece apropiado incidir más en esto, me sonrojo ante las diferencias, pero sí me hace pensar que en Tenerife somos diferentes, y que no pagamos el verdadero valor de los espectáculos de ópera y zarzuela, teniendo en cuenta la cantidad de personas que participan en una función y el despliegue técnico que se necesita.

En lo que respecta a la zarzuela, para llenar el teatro y conseguir unos doce mil euros por función, habría que gastar más de lo debido en publicidad, mientras que en el Cuyás pueden recaudar unos cuarenta mil euros con el mismo aforo. Dificulta el aumento de ingresos, la cantidad de gente que quiera entrar de gorra -algunos muy pudientes que hacen lo que sea por no pagar-, funcionarios que deberían dar ejemplo, y las entradas que hay que ceder obligatoriamente a los patrocinadores públicos y privados, para que después dejen las butacas vacías, causando un feo, y las consiguientes quejas del resto de espectadores. Por eso, este año, con el enorme recorte, es duda la celebración del Festival de Zarzuela, y si al final se puede llevar a cabo, habrá que pagar el precio adecuado. Y los que intentan colarse gratis que pasen por taquilla como todo el mundo.

Una reflexión más. Todos tenemos que contribuir a que no desaparezcan estos eventos con tan larga trayectoria. En la isla de enfrente tienen los mismos problemas y tiran para delante (no sé por qué aquí no), así que mejor no quejarse tanto.

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