El día 25 de marzo de 2011, el carismático sacerdote Antonio María Hernández recibió sepultura en La Orotava, su pueblo natal. Justo un año después de su muerte, la obra del padre Antonio continúa viva. La Fundación Canaria Hogar Santa Rita, presidida ahora por Roque Silva, tomó el testigo en pleno duelo y, en una coyuntura económica complicadísima, ha logrado mantener en funcionamiento un enorme complejo donde trabajan 400 personas para atender a 769 mayores residentes.

"Gracias a Dios vamos saliendo adelante, el centro sigue funcionando, se paga al día a los trabajadores, las donaciones continúan y el apoyo de las empresas no ha decaído -destaca Silva-. El padre Antonio sigue detrás de todo esto, nos sigue ayudando y sin su apoyo no habríamos sido capaces de continuar". Además, existe un comité de asesoramiento y se ha tratado de profesionalizar más la gestión de los hogares.

Las administraciones públicas tampoco han dado la espalda a la fundación. "El Cabildo de Tenerife y el Gobierno de Canarias tienen buena disposición hacia esta obra y nos aconsejan en la forma de gestionarla", indica Silva.

Uno de los cambios que estas administraciones han solicitado es la reducción del número de personas atendidas en las residencias Santa Rita II y el nuevo Santa Rita I. En un año se ha pasado de 911 mayores atendidos a 769.

La solidaridad tampoco cesa, pero Silva es claro cuando reconoce que los ingresos y las donaciones dan para cubrir lo justo: "Vamos escapando", subraya.

Uno de los principales problemas de los hogares es que la media de las pensiones que reciben los acogidos es de 500 euros, "cuando el coste real de cada plaza ronda los 1.200".

"Hemos logrado algunas ayudas más con cargo a la Ley de Dependencia, que siempre fue un caballo de batalla para el padre Antonio, pero seguimos contando con apenas 64 camas concertadas con el Cabildo. Lo ideal sería tener algunas más, pero en la coyuntura económica actual es muy difícil", asegura el presidente.

Otro de los grandes retos de la entidad es captar más socios protectores que den estabilidad económica al proyecto. Silva indica que apenas cuentan con "un centenar" y que estas aportaciones estables "serían muy importantes para el futuro".

La crisis también se ha notado en los convenios que mantienen con diferentes ayuntamientos de las Islas: "Algunos han reducido sus aportaciones y otros no han renovado, aunque mantienen el compromiso de volver a colaborar cuando dispongan de más dinero".

Esta falta de fondos ha obligado a los herederos de la obra del Padre Antonio a aparcar de forma indefinida la última gran obra del sacerdote villero: el gran centro de investigación de la enfermedad de alzheimer. Su tramitación administrativa va camino de desbloquearse en el Ayuntamiento portuense, "pero los pocos recursos con los que contamos se destinarán a mantener en funcionamiento los dos hogares", reconoce Silva.

Los mayores acogidos, los "abuelos" del padre Antonio, lo recordarán hoy con una ofrenda floral ante su busto de mármol en el Hogar Santa Rita II.