Los ocho municipios de Acentejo y el Valle de La Orotava continúan sin riego agrícola. En algunas zonas cultivadas de estas dos comarcas norteñas el agua para regar se cortó hace ya un mes. Las lluvias de los últimos días son solo un alivio para los campos, "pero el problema de fondo sigue sin resolverse", según reconoció ayer el vicepresidente de la Asociación de Agricultores y Ganaderos de Canarias (Asaga), Hernán Tejera.

Las precipitaciones de Semana Santa han aportado un poco agua a las balsas que deben regar los campos de Acentejo y el Valle de La Orotava, pero su principal valor es que "han llevado agua directamente a los cultivos y han generado una humedad que reduce los daños en algunas plantaciones. Para otros casos, la lluvia llega ya demasiado tarde", lamentó el vicepresidente de Asaga.

"Ahora toca esperar a ver cómo evolucionan las lluvias y qué aporte de agua van a dejar en los próximos meses", indicó Tejera. A su juicio, abril y mayo serán los meses claves para saber en qué situación afrontan ambas comarcas, y el resto de la Isla, un preocupante verano.

Las balsas de San Antonio, en La Matanza, y Aguamansa, en La Orotava, dependientes del Cabildo de Tenerife, continúan sin recibir ni ofrecer agua. El Cabildo aún no ha logrado resolver las carencias en ambas zonas mediante la compra de agua y la mejora de la precaria red de abastecimiento de ambos depósitos de Balsas de Tenerife (Balten).

El consejero insular de Agricultura, José Joaquín Bethencourt (CC), aseguraba el pasado 21 de marzo que la intención de Balten era restablecer con restricciones el servicio de riego en Acentejo "cuanto antes", pero veinte días después aún no ha sido posible.

El riego sí se ha recuperado en otras zonas de la Isla como Valle de Guerra y Tejina, pero ahí donde el agua regresa, el miedo lleva a los agricultores a llenar sus estanques y la altísima demanda termina pronto con los recursos. Tejera espera que en esta zona de La Laguna el riego no vuelva a cortarse en breve, tal y como ha sucedido con anterioridad.

Las últimas lluvias y la humedad ambiental han supuesto un alivio para las medianías, pero el futuro inmediato preocupa mucho. Si la falta de agua ha dejado sin riego a ocho municipios al final del invierno, pensar en qué puede pasar este verano es motivo de alarma y temor en el sector primario.

Las últimas lluvias también pueden ser una ayuda para reducir la demanda de agua entre los agricultores norteños, pero la situación sigue siendo muy complicada para el campo. En las medianías, la crisis y la falta de empleo han llevado a muchas familias a incrementar o recuperar cultivos de productos como las papas blancas. Se ha plantado más que nunca y la sequía ha causado ya estragos en las cosechas y las economías familiares.