DESDE hace algunos años, los políticos que no se cansan de prometer y no cumplir con lo que dicen. Prometieron, sin éxito hasta el momento, que el Realejo Bajo tendría un consultorio médico. Esa promesa está en la mente de todos y vemos cómo pasa el tiempo y ya casi nadie se acuerda de lo prometido, ese es el gran mal de los políticos. La mentira como bandera la airean con total facilidad y nunca se sonrojan. En ese momento se dijo que se estaba intentando buscar un inmueble adecuado a tal efecto, ya que consideraban que muchos vecinos de estos lugares como San Vicente, La Rambla, La Azadilla Baja, El Lomito Baso, Barroso y Tigaiga, estaban bastante alejados del centro de salud de la calle San Isidro.

La idea nos pareció en un principio buena y acertada, pero vemos cómo van transcurriendo los años y esa vieja promesa, como otras tantas, nunca se cumple. Sin embargo, es de vital importancia que ese consultorio se llevara a efecto, pero vemos en este grupo de gobierno entre CC-PSOE muy pocas ganas de trabajar. Y me da la impresión de que estos muchachos nacieron cansados y agotados. Posiblemente porque están pensando cómo nos van a sacar de la crisis y la próxima subida de sus sueldos, que vemos si levantamos una punta de la alfombra.

El Realejo Bajo tenía su propio consultorio médico y este se cerró tras la apertura del centro de salud de Los Realejos, pero indudablemente nunca tuvo que haber sido clausurado, dado el número de habitantes de estas zonas y lo lejanas que están del ya citado en la calle San Isidro.

Por consiguiente, que no piensen los políticos que nos olvidamos de las promesas que hacen y que luego a la hora de la verdad no cumplen. Y así se pasan el tiempo entre dimes y diretes y echándose la culpa unos a otros.

Y no quiero señalar con el dedo a nadie ni meterme en la profesión de algunos, no sea que mi opinión sea mal interpretada. Todos los políticos de este municipio saben que aquí no hay trampa ni cartón. Lo del consultorio médico para el Realejo Bajo y toda la zona mencionada se dijo en los periódicos, pero un cosa es predicar y otra muy distinta dar trigo; y a burro muerto, cebada al rabo.