CADA día nos desayunamos con una sorpresa, pero ayer, lunes, tuvimos dos. La primera nos la sirvió amablemente Claudina Morales, presidenta de Coalición Canaria, aunque todos sabemos que el auténtico responsable de esta formación política es Paulino Rivero, político inepto donde los haya que sigue sin dimitir -y exiliarse- para mayor desgracia de estas desgraciadas Islas, antes afortunadas y hoy hambrientas. La segunda nos la proporciona, como también viene siendo habitual, un pájaro tatarita de Las Palmas condenado a no utilizar un diminutivo con el que ha venido ridiculizando al editor de EL DÍA, que sigue arremetiendo contra esta casa por el asunto de las emisoras de radio. Es su forma de agradecerle al déspota político que nos gobierna el que le haya quitado una emisora a nuestro grupo de comunicación para dársela a él. Antes, el tatarita de Las Palmas solo alababa al PSOE y arremetía sin piedad contra José Manuel Soria. Ahora ensalza las bondades de su nuevo jefe, el torpe político que tiraniza a Canarias, y sigue atacando a Soria. Es su forma servil y baja de estar a bien con quienes le ponen el alpiste y la lechuguita en la jaula para que pique un poco. Estos son los que quieren darnos lecciones de periodismo.

Por su parte, la presidenta de Coalición Canaria considera desafortunado el viaje del rey Juan Carlos a Botsuana para cazar elefantes. ¿Y el viaje del mago político a Marruecos, queriendo pasar como jefe de Estado y usurpando funciones que no le corresponden, no es mucho más desafortunado? Como decíamos en nuestro comentario de ayer, vaya tomadura de pelo. ¿Cuándo ha sido Rivero un jefe de Estado? Su única categoría, y como siempre hablamos en el aspecto político, es la de un indígena colonizado con la particularidad de que no viste con taparrabos, que es lo que le corresponde, sino a la europea.

Criticamos a este necio político por lo mucho que ha engañado y traicionado al pueblo canario, pero al principio creímos en él al igual que depositamos nuestra confianza en su partido. A poco hubiese llegado CC, y también Paulino Rivero, sin el apoyo de EL DÍA. Sin embargo, CC nos ha defraudado profundamente. Nos hemos dado cuenta de que en sus filas, salvo honrosísimas excepciones -entre las que cabe citar a quienes forman parte del Taller Secundino Delgado y varios alcaldes-, no hay patriotas sino políticos bolsilleros a los que Canarias y los canarios les importan un pito porque solo están pendientes de ellos mismos. De todos, el que más nos ha decepcionado es Rivero. Y con él, su esposa, Ángela Mena, y la caterva de ineptos políticos que los rodea a ambos. Cuántas oportunidades perdidas para avanzar hacia nuestra independencia de España por culpa de estos inútiles políticos.

Lo peor es que el tiempo corre en contra de nuestros intereses. Marruecos está ahí. El Gobierno de Rabat puede anexionarse Canarias con un simple decreto que se firma en menos de cinco minutos, y ya está. No puede haber reacción internacional frente a esta decisión porque, de adoptarla, contaría a su favor con el Derecho Internacional: Canarias está en la zona económica exclusiva de Marruecos. ¿Qué podría hacer España? Nada. La situación internacional de la nación que nos coloniza cada día es más débil. Hasta el embajador de los Estados Unidos ha dicho que España es un país de flamenco y vino. Antes, cuando tenían sojuzgadas a muchas naciones, los españoles subsistían gracias a las colonias que esquilmaban. Ahora siguen haciendo lo mismo con Canarias. Y lo seguirán haciendo mientras no dejemos de ser una colonia disfrazada de comunidad autónoma.

Qué distinta hubiese sido la visita a Marruecos de Paulino Rivero si la hubiera realizado en calidad de presidente de la nación canaria. Entonces hubiera podido viajar sin necesidad de que la Embajada española en Rabat le autorizase y organizase el viaje. Lo hubiera organizado su propia embajada; la representación diplomática canaria en un país vecino con el que tendríamos relaciones de buena vecindad, de igual a igual. En las actuales circunstancias, el único papel de Rivero, o de cualquier presidente autonómico canario, ante el rey de Marruecos es el de un súbdito que va a rendirle pleitesía a su señor. Porque Mohamed VI puede ser el rey de los canarios, insistimos en ello, en cuanto él o su Gobierno así lo decidan.

Esa audiencia de hora y media que dicen que le concedió el monarca marroquí a Rivero en realidad fue una entrevista de trabajo. Mohamed VI estaba interesado en saber si podía contar con Rivero como gobernador de la futura provincia canaria -o como presidente del posible Estado libre asociado- cuando pasemos a formar parte, oficialmente, del territorio marroquí. Sospechamos que Paulino Rivero no pasó la prueba. A los pocos minutos de conversación posiblemente llegó Mohamed VI a la misma conclusión que alcanzamos nosotros hace mucho tiempo: Paulino Rivero no sirve porque, políticamente, es una calamidad. No vale ni como edecán de tercer nivel. En caso contrario, ya habría caído en la cuenta de que, insistimos, estamos perdiendo un tiempo precioso: o nos convertimos en nacionales de nuestra propia nación, es decir, en canarios con libertad, identidad y dignidad, o pasamos a ser súbditos marroquíes porque españoles, falsos españoles, no vamos a seguir siendo. España se está desintegrando como país; es el justo castigo a una nación abusadora que a día de hoy sigue cometiendo con Canarias los mismos atropellos que cometió en otros tiempos con países lejanos, antes de que la echaran a patadas de esas tierras a las que, lo repetimos, también esquilmó salvajemente. La historia de la colonización española es el sangriento relato de un genocidio tras otro. ¿Es justo que sigamos esclavizados por un país con tan vil pasado?

Muchas y grandes son nuestras tribulaciones actuales, pero las soportamos con resignación y con la esperanza de quien sabe que la independencia llegará. Más pronto de lo que muchos se imaginan seremos un país libre. ¿Por qué no podemos serlo nosotros, si lo son desde hace muchos años archipiélagos menos importantes, en cuanto a superficie y número de habitantes, que el nuestro? La historia, la geografía, las leyes, la razón y hasta el sentido común están de nuestra parte, por mucho que les pese a los amantes de la españolidad de una tierra que nunca ha sido española por mucho que los peninsulares la hayan tenido esclavizada desde hace casi seis siglos. Qué bella es la libertad. Mientras tanto, que no se ponga en ridículo Rivero, y de paso nos ridiculice a todos, usurpando funciones que no le corresponden.