Los Mossos d''Esquadra y la Policía Nacional han desarticulado una organización criminal que se dedicaba a asaltar con violencia a turistas en la carretera haciéndose pasar por policías, y que podía conseguir un botín diario de 6.000 a 10.000 euros.

La organización estaba formada por una veintena de personas, de origen iraní, y tenía un elevado carácter itinerante ya que disponía de una infraestructura poco habitual en grupos tan numerosos, según han informado fuentes policiales.

La actividad delictiva de este grupo se encontraba bajo la dirección de un jefe visible y establecido en Madrid, y el resto de miembros en la provincia de Barcelona, desde donde recibían las indicaciones y se organizaban.

Durante la investigación, la policía constató que la actividad delictiva de este grupo también se extendía por países de la Unión Europea, especialmente en Italia, y que las víctimas eran turistas y su zona preferente de actuación eran las vías cercanas a los aeropuertos o en los hoteles donde se alojaban.

Los miembros del grupo salían en grupos de como mínimo nueve integrantes y circulaban con los vehículos en convoy, unos automóviles siempre de segunda mano, gama media pero de gran cilindrada, que daban de alta a nombre de una persona que no tenía relación con la organización, entregando documentos falsos.

Con estos vehículos circulaban por vías rápidas a más de 200 kilómetros por hora, con tres ocupantes, y acompañados de dos o tres vehículos más, de los que uno hacía labores de contravigilancia y alertaba de la presencia policial.

Cuando abordaban a las víctimas, solo actuaba un vehículo, haciéndolo parar con una placa policial falsa --a veces de cartón-- y para confundir más a los turistas llevaban ropa con banderas españolas.

Si las víctimas iban a pie les pedían la documentación con la excusa de que estaban buscando droga, y si se resistían o intentaban recuperar sus pertenencias, los detenidos no dudaban en agredirlos de forma violenta.

El grupo se caracterizaba por su gran experiencia y realizaban los asaltos en un minuto o menos, pudiendo conseguir en un solo día un botín de entre 6.000 y 10.000 euros.

Los detenidos cambiaban constantemente de domicilio, lo que dificultaba su identificación, y si creían haber sido reconocidos se intercambiaban con otros miembros de la organización que se encontraban en otros puntos del Estado.

La policía detuvo el 1 de abril en Calella la batería del clan establecida en España, y en el registro de once apartamentos localizaron 30.000 euros en efectivo, 7.000 dólares, documentación falsificada, credenciales policiales falsas, ropa con la bandera de España, joyas y seis vehículos.

De los trece detenidos, iraníes de entre 25 y 45 años, seis han ingresado en prisión.