¿Cómo es posible que el gran responsable de que Canarias esté en la peor situación de su historia se muestre preocupado por el "frenazo" que pueden causar al desarrollo de las Islas los recortes en los Presupuestos del Estado español? ¿Quiénes, además de Paulino Rivero y la caterva de inútiles políticos que lo rodean, son los culpables de que tengamos unas cifras de paro semejantes a las que padecen los países del tercer mundo? Y también la gran pregunta que siempre nos hacemos: ¿estaríamos así en el supuesto de haber alcanzado nuestra independencia y ser una nación soberana con su Estado? Por supuesto que no. Tendríamos dificultades, como las tienen todos los países del mundo en estos momentos de crisis internacional -aunque muchas naciones ya la han superado-, pero no estaríamos corriendo la misma suerte de un país cada vez más desarbolado como lo es la metrópoli que nos coloniza. Ayer mismo recogíamos en la edición digital de EL DÍA que España, según previsiones del FMI, no saldrá de la crisis antes del año 2018. ¿Qué será de nosotros de aquí a seis años? ¿No estaríamos mejor, insistimos, en el caso de ser una nación independiente y disponer de todos nuestros recursos para nosotros y nuestros hijos?

Existen razones históricas, geográficas, políticas y hasta humanitarias para que acabe cuanto antes nuestra dependencia colonial de un país que está en otro continente. Si a todas esas razones añadimos nuestra lamentable situación económica, defender la españolidad de Canarias no tiene perdón de Dios. ¿El gran culpable? Paulino Rivero. ¿Quién sino él ha engañado al pueblo, ante el que se ha presentado como un nacionalista, sin serlo realmente, para pedirle los votos que le han permitido tanto a él como a la zarina seguir en "el trono"?

"¿Quién no va a estar preocupado?", se pregunta este cínico político que nos gobierna. Qué tomadura de pelo. ¿Preocupado por una situación que él mismo tanto ha contribuido a crear? ¿Qué quiere este torpe político? ¿Que la gente se subleve, vaya a buscarlo a la sede de Presidencia del Gobierno y tenga que salir huyendo hacia Las Palmas? De sobra saben nuestros lectores cuánto detestamos la violencia. Los altercados con sangre no están justificados jamás; ni siquiera para defender una causa justísima como es la independencia de Canarias. Por eso le exigimos a Rivero que dimita y se exilie de inmediato y para siempre. Solo el hecho de que él siga en Canarias supone una amenaza para la estabilidad social. Si realmente está preocupado por el pueblo canario, como hipócritamente ha manifestado en la tercera isla -que es donde le gusta estar-, le sugerimos que nos haga caso y busque un país del extranjero en el que residir con la zarina política durante los años que les queden de vida. Su presencia entre nosotros, insistimos, no le hace ningún bien a esta tierra.

Por si fuera poco la tomadura de pelo, no se le ocurre a este necio político otra cosa más disparatada que afirmar que Canarias estaba en un franco periodo de recuperación de su economía, ya que 2011 fue un año muy bueno comparativamente con otras comunidades y con el resto de España debido a las medidas que estaban en marcha. ¿Qué medidas, nos preguntamos? ¿Es que no ha seguido creciendo el paro el año pasado, de forma especial el desempleo juvenil, como ha seguido ocurriendo en este? ¿Qué medidas acertadas puede adoptar un Gobierno formado por nulidades políticas?

Estamos convencidos de dos realidades. La primera es que España no soltará a Canarias por decisión propia. Si no forzamos la consecución de nuestra independencia, siempre por vías pacíficas, seguiremos siendo súbditos coloniales el resto de nuestras vidas. De la misma forma, Paulino Rivero no abandonará el poder, pese al enorme daño que les está haciendo a todos los canarios por voluntad propia. Coalición Canaria debe dar el imprescindible paso de prescindir de él cuanto antes, pues el tiempo corre en contra de esta formación política. Si no se quitan de encima a este hombre y a su esposa, no merecerá la pena que celebren su congreso nacional en junio ni nunca porque en la práctica ya habrán desaparecido del panorama político. Ese congreso supone la gran oportunidad de prescindir de un nefasto gobernante y, al mismo tiempo, dar un golpe de timón e incluir en su programa político la soberanía de Canarias como un objetivo irrenunciable.