"La música de los clásicos románticos hace hoy más falta que nunca porque alimenta el espíritu y esa es la comida que, en mi opinión, le falta a mucha gente en medio de esta crisis que no es solo económica". Lo asegura el pianista de origen cubano, afincado hace años en Tenerife, Rafael Balmaseda (Villa Clara, 1961). Mañana, a partir de las 20:30 horas, ofrecerá en el Paraninfo de la Universidad de La Laguna un recital con el clarificador título de "Con-cierto sentido", en el que mostrará parte del repertorio del compositor polaco Frederic Chopin. Polonesas, valses y mazurcas sonarán para establecer, en palabras del protagonista, "un encuentro con el Chopin más íntimo".

"Hemos querido jugar con las palabras -asegura Balmaseda- para publicitar el concierto. La velada va a girar sobre obras muy románticas, no en vano Chopin está considerado el poeta del teclado. Se trata del músico más representativo de una época, el Romanticismo, llena de sentimiento en la que brindó a la posteridad un compendio de polonesas, valses y mazurcas que nacieron desde su concepto del nacionalismo de su país, Polonia, en su época y también más tarde despedazado por las grandes potencias europeas. Su música y la religión católica ejercieron de catalizadores para forjar una nación".

"Pensé en Chopin -añade el pianista cubano- porque creo que este es un momento lo suficientemente grave como para no tener, además de la económica, una crisis espiritual. No hay nada mejor para iluminar el espíritu que la música de los clásicos y no hay ningún músico más clásico que Chopin".

Balmaseda detalla el programa que ofrecerá mañana en Aguere: "Serán catorce composiciones del autor polaco: cuatro nocturnos, tres mazurcas, dos polonesas, cuatro valses y un estudio con los que espero que el espectador disfrute y durante un rato se evada de los problemas cotidianos".

Balmaseda también plantea la audición de mañana como un sentido homenaje a sus maestros en Cuba. "Allí -indica- tuve un profesor, Alfredo Alba, ya fallecido, que me inculcó el amor por la música clásica y en concreto por Chopin cuando empezaba a estudiar. Nací y crecí con esta música y estaba en cierta medida en deuda con él porque recuerdo que iba incluso los domingos a mi casa para enseñarme. Formaba parte de un grupo de personas, hombres y mujeres, que recorrían la isla, prácticamente casa por casa, para inocular a la gente humilde la pasión por la música culta".

La mezcla de las raíces africanas, la herencia española y ese apego por los clásicos ha dotado a Cuba de una peculiar manera de entender la música. Así opina Balmaseda: "Maestros como Alba no eran afamados concertistas, pero sí grandes profesores y esa labor didáctica que hicieron resulta impagable para generaciones como la mía y otras posteriores".

"Ernesto Lecuona o Ignacio Cervantes, todo un maestro, por cierto, en interpretar a Franz Litz -prosigue el músico-, son solo ejemplos de la excelencia que han logrado alcanzar los músicos cubanos, padres de una esencia que se mantiene hoy en día".

"Ellos -prosigue Balmaseda- metieron en la sangre de los cubanos el amor por la música clásica. En la Escuela Rusa, en la que por tantos motivos bebimos los cubanos, era tradicional que el profesor de renombre tuviera un asistente que, por así decirlo, hiciera el trabajo de campo, siempre en la sombra. Ellos pulían la técnica del estudiante para que luego el profesor digamos titular completara el trabajo. Así han surgido los grandes músicos en mi tierra".

Un espacio clave

Rafael Balmaseda solo tiene palabras de agradecimiento para los responsables del espacio donde tocará mañana. "Gente como José Ambrosio, responsable del Paraninfo, son fundamentales para los artistas de Tenerife. Siempre nos habla claro y nos trata con mimo. A pesar de no tener apenas presupuesto y pertenecer a una institución pública como la Universidad, saca adelante este espacio de actuaciones y su labor es muy importante para la cultura en Tenerife. No siempre es posible y de hecho, en otros lugares, y lo digo por propia experiencia, no es que no puedas tocar a la puerta sino que en muchas ocasiones ni siquiera sabes dónde esta la puerta".

El próximo objetivo de Rafael Balmaseda es dar el salto a la Península: "El concierto de hoy va a servir de trampolín para intentar abrir otro mercado musical. Lo presentaremos como una promoción para concretar los contactos que ya hemos establecido. Vivir en estas islas es una bendición en todos los sentidos, pero a veces limita las posibilidades de apertura artística. No es lo mismo coger un tren o una guagua que un avión o un barco".

"No quiero concluir -indica el artista- sin recalcar lo importante que ha sido Tenerife, donde vivo, en lo personal y en lo profesional. Su gente, tan cercana y cálida, su clima y sus paisajes hacen que cada día recuerde a Cuba. Me siento en casa -concluye-, pero eso no impide que sea ambicioso artísticamente".