MIS PADRES no me penalizaron demasiado con la reclusión forzosa en mi cuarto. Como era un varón, había en la antigua sociedad machista mucha -toda- mano izquierda con nosotros, pero de mi hermana, partiendo de imponerle normas cualitativamente más estrictas en cuanto a la hora de llegar a casa, sí que recuerdo episodios disciplinares en los que esta técnica le fue aplicada en repetidas ocasiones. ¡Castigada sin salir! Ahora, en pleno siglo XXI, se añade además: sin paga, sin móvil, sin Wii, sin Play, sin DS, sin messenger, sin ordenador o sin "Gran Hermano", que es lo que verdaderamente duele. Antes no había nada de eso; es posible que sin tele, sin muñecas o sin baile, más nada.

¿Es educativo? ¿Es efectivo? No lo sé, pero algunos se plantean que al Rey, y casi por su propia seguridad, habría que recluirlo en Palacio. ¡Castigado! El hombre lleva una rachita increíble; hace poco fue el ojo hinchado, antes la pierna que se desconchó en la nieve, un eczema en la cara y ahora lo de los elefantes en Botsuana, que por cierto es un Estado de África que tiene un producto interno bruto (PIB) a valores de paridad de poder adquisitivo (PPA) per cápita de 17.120 dólares, "y en ascenso", cuando el de las Islas Canarias, que va "de culo y sin freno", puede que no ande mucho más arriba (19.227 euros). Es parte de esa África que progresa a pesar de los enormes problemas culturales enquistados en la pobreza absoluta, con castigos divinos como la explotación o el sida (VIH), y en este caso concreto con el 70% de su superficie ocupada por el desierto del Kalahari. Desde la independencia, Botsuana ha experimentado en estrecha relación con Sudáfrica el más rápido crecimiento de renta per cápita en el mundo (su industria representa el 52,9%). Más o menos con la misma población que las Islas, es bastante más grande que toda España y, por lo tanto, mientras su densidad es de 2,7 hab/km2, la de Canarias es de 284,48 hab/km2.

Aunque me voy por las ramas, y no quiero perder de vista el título de la columna, el hipotético castigo sin salir de la Zarzuela a don Juan Carlos no pretendería un efecto pedagógico, sino protector de su integridad física. Lo único que le falta al monarca, sinceramente y con todo el respeto, es quedarse embarazado: "Lo siento mucho. Me he equivocado y no volverá a ocurrir". Por lo menos es lo suficientemente inteligente y humilde para exponer su pesar por lo que el percance -que solo puede sucederle a un rico- supone para los ciudadanos de un Estado que se revuelve en la angustia de una situación económica que lleva a la desvalorización al 99% y a porciones significativas a la miseria. Encarna el vivo y fiel reflejo de la marcha arranchada que tiene actualmente España en economía y que ahora, con la expropiación del 51% de Repsol, recibe, de una papotera escoltada por un Brad Pitt, otro palo en las costillas.

Pero fíjense, hablaba del PIB de Botsuana, y en España, como en la cita bíblica, atravesamos desde 2002 hasta 2008 siete años gloriosos de vacas gordas. Creció y creció, en ocasiones disparado, y se situó incluso por encima de la media de la Unión Europea. Algunas Comunidades de Península superaban a otras del Viejo Continente, claro, con Canarias siempre en la cola. Cuando, desde 2009, volvió a descender el PIB p.c. estatal, las Islas, acusando el brutal impacto, lograron escapar gracias a una coyuntura favorable de planetas que ha anulado en estos últimos tiempos a parte de los competidores del destino turístico. Pero si no es por eso, apaga y vámonos. El PIB p.c. es el indicador, y si nos llevamos por la profecía de José tras los siete años de vacas flacas, es decir, en 2015, vendrá la ansiada recuperación, aunque antes andaremos como el Rey, hechos un Cristo.

Con el PIB como en Botsuana, todo subiendo y los sueldos y rendimientos por los suelos. Encareciéndose los billetes tras la quiebra de Spanair. Con la pronta necesidad de justificar el emp(p)adronamiento. Con las autonomías pudiendo ser intervenidas (como Repsol), las tasas universitarias doblándose, el petróleo por las nubes y los jubilados teniendo que abonar un 10% de los medicamentos, es actualidad que a los habitantes del Archipiélago nos hayan vuelto a castigar, cuando además jamás hemos cazado a un elefante.

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