Mucha tinta se ha derramado en la defensa del patrimonio arquitectónico-religioso lagunero, pero la realidad es diferente, ya que se ha constatado que solo seis de las nueve iglesias del casco histórico disponen de detectores contraincendios, es decir, que nadie se ha preocupado de dotar a los históricos templos de unos medios bastantes sencillos y poco costosos si se compara con las graves e irreparables pérdidas que tendría la ciudad tanto en elementos constructivos, como en imaginería y orfebrería, así como fondos bibliográficos, pictóricos y textiles.

Esta noticia surge a raíz de la reciente colocación en su altar de la imagen del Cristo de La Laguna una vez restaurado, pues al preguntarle al esclavo mayor de la Pontificia, Real y Venerable Esclavitud si disponía de detectores de humo y fuego dijo que no, aunque estaba contemplado en el plan director del referido templo.

Al hablar con los responsables del resto de iglesias del centro histórico de La Laguna nos encontramos con la sorpresa que de solo las iglesias de La Concepción, Santo Domingo y el monasterio de Santa Clara disponen de los detectores contraincendios, dispositivo con el que no cuentan el santuario del Cristo, el convento de Santa Catalina, la iglesia de San Juan, la iglesia de San Roque, la iglesia de San Benito, y la iglesia de San Lázaro.

En 2009 este mismo periódico criticó la desprotección no solo de las iglesias sino de los edificios BIC, siendo curioso que cada vez que se pregunta a responsables de Patrimonio no cuentan con muchas noticias, cuando tienen ante sí la más importante: la desprotección del patrimonio arquitectónico-religioso de La Laguna.

La mayoría de los edificios BIC son del siglo XVI, como la iglesia de San Benito (1527) y la de San Juan (1582), que son muy visitadas por albergar, respectivamente, al patrón de los labradores y al copatrono de la ciudad, y no disponen de medios para detectar un incendio.

Contar con una alarma de incendios en las iglesias posibilita, según los técnicos, el poder detectar un incendio en sus inicios y además brinda la posibilidad de activar los sistemas preparados para la extinción de las llamas.

Es importante que además cuenten con un sistema de campanas, sirenas o algún elemento sonoro lo suficientemente fuerte como para alertar a quienes se encuentren en la zona de incendio, pues, como ocurrió en el incendio de la iglesia de San Agustín en 1964, muchos vecinos entraron el templo y salvaron imágenes.

Pero las advertencias a los responsables de Patrimonio han sido muchas, aunque otra cosa diferente es que le hayan hecho caso. Ya en 2006, la Asociación en Defensa de La Laguna, a través de su presidente, Julio Torres, pidió al concejal de Cultura, Juan Martínez Torvisco, que se tomaran medidas urgentes en la iglesia de Santo Domingo ante las deficiencias de la instalación eléctrica y la presencia de cables y enchufes demasiado cerca del Cristo lagunero.

Lo que las autoridades no deben olvidar es lo que se dijo cuando el incendio del Obispado, al afirmar que si la extinción hubiera tardado más tiempo, podría haber ardido media ciudad y con ello la desaparición de sus iglesias y conventos más singulares.