Sus estudios en Estados Unidos en los años 70 le permitieron aprender y desarrollar técnicas hasta ese momento desconocidas en España, convirtiéndose en el primer cirujano en realizar un trasplante de riñón y páncreas en un hospital español. El doctor Laureano Fernández Cruz asegura que nada tiene que ver aquella situación con la actual, donde España es líder mundial en donaciones y trasplantes. Además, reconoce el trabajo de los hospitales canarios, asegurando que obtienen los mismos resultados y tienen las mismas garantías de calidad que los de Estado Unidos o Barcelona.

Usted es una eminencia internacional en lo que a trasplantes se refiere...

Si me lo permite, me gustaría empezar diciendo que en estos días se ha presentado la experiencia del trasplante de páncreas en Canarias a través de una exposición del doctor Antonio Alarcó y he comprobado que los resultados de Canarias son idénticos a los de Barcelona y a los de Estados Unidos. Eso significa que la calidad de los trasplantes tiene los mismos estándares que los de los mayores grupos y con mayor experiencia del mundo. El nivel conseguido es altísimo, porque hay pocas complicaciones y los resultados son excelentes.

Usted llevó a cabo el primer trasplante de riñón y páncreas en España. ¿Cómo fue el proceso?

Me formé en la Universidad de California en San Diego y después en la Universidad de Minneapolis con el mayor experto mundial, el doctor David Sutherland. Allí, en 1966, se hizo el primer trasplante de páncreas del mundo. Cuando volví a España en 1983 presenté un programa que le interesó a los urólogos que llevaban a cabo el trasplante renal y al Hospital Clínico de Barcelona y realizamos el primer trasplante de páncreas y riñón y, desde entonces, es el líder en número de trasplantes de España y Europa.

¿Y ese retraso?

Bueno, desde 1966 hasta comienzos de los 80 hubo una moratoria porque la supervivencia de los injertos estaban en torno al 40%, por lo que se pensaba que no tendría éxito. Fue a partir de 80, cuando en Europa se desarrollaron técnicas que permitieron ganar en seguridad y alcanzar resultados semejantes a los que se obtenían con el trasplante de riñón e hígado.

¿Cuál fue el impacto de su trabajo en España?

Fue enorme, sobre todo porque por primera vez fue un trasplante de un órgano extrarenal. En 1967 se había realizado, también en el Clínic, el primer trasplante de riñón y en España se comenzó a desarrollar el Programa de Trasplante Renal para pacientes con insuficiencia terminal. En 1983 hicimos el de páncreas y al año siguiente se hizo el de hígado y el de corazón. Por lo tanto fuimos pioneros en el desarrollo de los trasplantes extrarenales. Además, fuimos los primeros en introducir en España la extracción de órganos multiorgánica, porque hasta ese momento los urólogos eran los únicos que lo hacían. Se hizo necesario hacer una estrategia quirúrgica para cubrir las necesidades de todos los trasplantes. También, yo di a conocer en España el papel de los coordinadores de trasplantes que sí que existían en Estados Unidos y que aquí no habían sido necesarios porque solo existían el trasplante de riñón.

¿Se puede seguir creciendo en número de trasplantes indefinidamente o hay un límite?

¿Por qué tendría que haber un límite? La cirugía de los trasplantes ha mejorado mucho la asistencia médica de los hospitales de tercer nivel porque hace necesario un laboratorio de inmunología muy preciso con personal muy cualificado y un equipamiento especializado, radiología, unidades de cuidados intensivos. Además, son cada vez más necesarios porque salvan vidas y rehabilitan las enfermedades crónicas. Por ejemplo, los pacientes diabéticos y con insuficiente renal tienen una supervivencia muy baja, pero la de los que son trasplantados de riñón aumenta en 20 años más.

¿Es sostenible el sistema?

Tiene un coste muy importante pero es totalmente sostenible. Si hay algo en lo que no ha habido recortes es en la cirugía de los trasplantes, a pesar de que el coste es muy importante, pero eso es porque España es líder mundial y los que se dedican a los trasplantes no son solo los cirujanos, sino que hay inmunólogos, clínicos, intensivantes, anestesistas... En Cataluña tenemos muy buenos hospitales comarcales y una de las razones es porque fue pionera en trasplante de riñón, hígado, corazón y páncreas y esos hospitales han formado a gran cantidad de médicos que han ido a esos hospitales .

¿Cuáles son los retos para el futuro en lo que a donaciones y trasplantes se refiere ?

Aumentar la cantidad, porque hoy en día las curvas de supervivencia al año de un trasplantes son altas y todas similares y se mantienen así hasta los cinco años. La supervivencia de los pacientes con trasplante de páncreas a los cinco y diez años es del 75%, pero es que en Wisconsin a los 20 años es del 64%. Este es el reto, que en todos los trasplantes aumente el porcentaje de supervivencia, porque la población cada vez vive más y cuando llegan a edades avanzadas dejan de ser candidatos a un nuevo órgano y su calidad de vida se resiente.

¿Cómo se logra esa diferencia?

Detectando precozmente el rechazo tardío, evitando la recurrencia de la enfermedad que ha obligado al trasplante, por ejemplo, que la diabetes no aparezca en un páncreas trasplantado y, sobre todo, conseguir la tolerancia inmunológica, es decir, que el organismo considere a ese órgano como suyo y no necesite inmunosupresión.