ESTE ministro de Educación, aparentemente majareta por las barrabasadas que comete, que ha designado Mariano Rajoy para el hasta ahora desafortunado Gobierno que ha formado y que iba a solucionar los infinitos y graves problemas que están padeciendo la nación española y su colonia canaria, ha elevado en la cuantiosa cifra de 540 euros la primera matrícula que han de pagar a la Universidad los desdichados estudiantes, dinero que han de aportar, si lo tienen, las desperradas familias españolas, que, como sigan por el actual camino que les traza el Ejecutivo de Rajoy, van a salir a la calle y abrigarse con lo puesto, en mínima cantidad, porque no hay dinero para comprar lo que hace falta para vestirse y ni para comer en muchos casos, pero para eso los gobiernos autonómicos, las corporaciones y los colectivos solidarios han fundado y sostienen comedores públicos, pero no les queda casi nada para pagar matrículas y casi ni para comprar ropa con que vestir a sus hijos y parientes a su cargo. El ministerio a cargo de este loco de playa, consentido, de apellido Wert, ha propuesto a los gobiernos de las comunidades autónomas que eleven en un 25 por ciento las tasas que el alumno universitario tenga que pagar de matrícula, frente a la media del 15 por ciento actual, pero, encima, las comunidades decidirán el aumento que hay que aplicar en función de sus necesidades, y los repetidores de curso serán aún más penalizados.

Hay más medidas que señala un decreto-ley aprobado el viernes pasado, el cual apunta que las segundas o sucesivas matrículas tendrán un recargo de entre el 30 y el 100 por ciento. Encima, las comunidades tendrán "navycert" para cumplir los objetivos del déficit. Y también experimentarán incrementos los másteres.

Uno cree que la solución está en incentivar el escaso número de escuelas de formación profesional de las que antes tenían algunas organizaciones sindicales, y uno podría buscar lo que llamaban un oficio, como el de carpintero, herrero, albañil, camarero, cocinero, mecánico, mampostero y esas ocupaciones. ¿Es eso lo que pretende don José Ignacio Wert, quien acabará poniendo en las puertas de las universidades el cartel de "se prohíbe el paso"? Poco le falta y creo que lo logrará, porque, con la práctica de sus planes destructores ya le falta poco.