Para casi todos los futbolistas de la primera plantilla del Tenerife, Quique Medina es, después de Antonio Calderón y Andrés García Tébar, el tercer entrenador de esta temporada. Pero hay algunas excepciones, jugadores que han trabajado a las órdenes de más técnicos en lo que va de campaña. Son los casos de tres de los cuatro refuerzos de invierno contratados por el club tinerfeño. Raúl Llorente y Aridane Santana llevan cinco preparadores a falta de tres partidos para que finalice la fase regular de la Liga, mientras que Kike López va por cuatro jefes.

Llorente comenzó el curso en el Xerez, con Juan Merino en el banquillo del equipo andaluz. Pero los resultados negativos animaron a los dirigentes del club de Chapín a sustituir a Merino por Vicente Moreno a comienzos de diciembre, un mes antes de que el lateral izquierdo se desvinculara del Xerez para fichar por el Tenerife, donde se encontró con un Antonio Calderón cuestionado por la irregular trayectoria del conjunto insular en las últimas semanas. Apenas veinte días después, a Raúl le tocó vivir otra destitución de su superior y el inicio de una nueva etapa, con García Tébar al frente. Pero el destino le tenía reservado un quinto cambio; el 9 abril fue destituido el albaceteño y pasó Medina del filial al primer equipo.

Raúl, acostumbrado.-El madrileño no había asistido nunca a tantas sustituciones, pero reconoce que muy pocas veces ha completado una temporada con el mismo entrenador. "Desde que llegué al filial del Atlético casi siempre tuve varios entrenadores en cada campaña, así que, aunque no debería ser así, para mí es algo normal", explica el defensa, que en la Liga 2005/06 tuvo a Pepe Murcia y a Sosa Espinel; en la siguiente a Sosa Espinel y a Alfredo Merino; en la 2008/09 a José María Salmerón, Javier Mandiola y Javi López; y en la posterior a Javier Pereira e Ignacio Ocenda; estas dos últimas en el Alavés, antes de marcharse al Xerez. "Te acabas adaptando a los nuevos sistemas y a las maneras de ver el fútbol de cada míster y, aunque parezca raro, es algo habitual para mí", añade Llorente, quien, no obstante, es partidario de una mayor estabilidad. "Prefiero mantener siempre un mismo planteamiento. Además, al fin y al cabo son puestos de trabajo que se pierden. Pero el fútbol es así de complicado y es más fácil echar a uno que a veinte. No queda otra que adaptarse", considera.

Miguel Álvarez, Orué...- La experiencia de Aridane es similar a la de Raúl, ya que arrancó el curso -siendo futbolista del Leganés- ejercitándose bajo la supervisión de Miguel Álvarez, quien perdió la confianza de los rectores de la entidad madrileña en noviembre y fue relevado por Carlos Orúe. De este modo, el delantero grancanario tuvo tiempo, antes de fichar por el Tenerife a la vuelta de las vacaciones de Navidad, para amoldarse al estilo del preparador jerezano. Y una vez en su actual equipo, le pasó lo mismo que a Llorente: vio pasar por el banquillo a Calderón y a Tébar, y ahora está conociendo a Quique Medina. Para el ariete formado en el Vecindario se trata de "una situación que no había vivido nunca". Sostiene que tantas variaciones "no son buenas, ya que indican que hay algo que no funciona", pero sabe que, al fin y al cabo, "son decisiones que se toman en los clubes y que hay que respetar". Desde la posición del futbolista, advierte que "no hay otra alternativa que adaptarse. Llega un entrenador nuevo un lunes y el domingo tienes que competir, así que te esfuerzas por asimilar los conceptos lo antes posible porque lo que cuentan son los resultados".

Motivar.- Con más de tres técnicos esta temporada también está Kike López. El salmantino no llegó a coincidir en el Tenerife con Antonio Calderón, pero sí se sumó al club insular después de recibir órdenes en el Villarreal B de José Francisco Molina y de Julio Velázquez. El interior zurdo ha llegado a la conclusión de que "en el fútbol de hoy en día un entrenador ya casi no tiene tiempo de enseñar, así que su papel principal queda reducido al de ser un buen motivador y procurar que sus futbolistas salgan a tope en cada partido". López concluye que cada técnico debutante "procura poner su sello e inculcar sus ideas, y eso es bueno, pero tienen que ser más motivadores que entrenadores".