En el contexto de la crisis económica actual, el concepto de ahorro y eficiencia tiene más sentido que nunca. Tal y como recoge el IDAE en su página web, "en la medida que el consumo de energía por unidad de producto producido o de servicio prestado sea cada vez menor, aumenta la eficiencia energética".

Hoy en día, tanto la tecnología disponible como los hábitos responsables son pilares en los que se asienta la eficiencia, de modo que con un menor consumo de energía se puede mejorar la competitividad de las empresas y de las personas, sin que merme por ello la calidad de los productos o de la vida de los ciudadanos.

Para conseguir estos objetivos, será clave el avance de las redes eléctricas llamadas inteligentes o "smartgrids", en su vocablo inglés. El nuevo mundo energético se está configurando en una red de comunicaciones y sistemas, las llamadas redes inteligentes, que van a permitir que los clientes ya no sean sujetos pasivos de la energía, sino que interactuarán en el sistema eléctrico mediante la gestión de su consumo, el almacenamiento de energía y el intercambio de datos, entre otras funcionalidades.

En un futuro no muy lejano las ciudades serán inteligentes y estarán repletas de edificios que no solo serán eficientes en el consumo de energía, sino que serán capaces de generar sus propios recursos energéticos. Esta será una de las claves del desarrollo urbano de los próximos años en Europa y todo un reto para arquitectos, ingenieros y urbanistas.

En el ámbito de las ciudades, los edificios del futuro serán uno de los grandes pilares del cambio y se convertirán en generadores de energía capaces de satisfacer sus propias necesidades y, además, canalizar los excedentes energéticos en función de las necesidades. Esto será posible gracias a las redes eléctricas inteligentes o mediante canales de comunicación entre edificios.

Para lograrlo, las energías renovables tendrán un importante papel a desempeñar, por ejemplo, por medio de instalaciones fotovoltaicas sobre tejado o los sistemas de climatización mediante geotermia. Las tecnologías de la información y la comunicación también ganarán mucho protagonismo, ya que son claves en la proyección de edificios inteligentes, como otros aspectos como la domótica, la mejora de los aislamientos en los inmuebles y el cambio en los patrones y hábitos de consumo.

En este sentido, el sector de la construcción es protagonista, ya que, según estimaciones de expertos, los edificios representan alrededor del 40% del consumo de energía y el ahorro potencial de energía que se puede desarrollar en los mismos supera el 20%.

El cambio en el marco normativo producido por aprobación de la Directiva Europea de Eficiencia Energética en Edificación y su transposición a la legislación española está haciendo aparecer nuevos requerimientos en el sector de la edificación en aquellos aspectos relativos al consumo de energía, la iluminación, el aislamiento, la calefacción, la climatización, el agua caliente sanitaria, la certificación energética de edificios o la utilización de la energía solar.

Por supuesto, estos avances tendrán importantes repercusiones positivas para las empresas, instituciones y los ciudadanos al generar ahorros económicos y también medioambientales, pues, a menor consumo, menores emisiones de gases de efecto invernadero, como el CO2.

Farolas que se encienden cuando hay peatones, sistemas de alcantarillado que permiten ahorrar agua y semáforos que ayudan a evitar los atascos. La tecnología y el urbanismo unidos para hacer la vida más fácil a los ciudadanos y para conseguir que los grandes núcleos de población sean más eficientes energéticamente. Son las ciudades del futuro, las ciudades inteligentes, "smartcities" en inglés, y en España ya existen algunas experiencias.

Smartcity Málaga

Uno de los proyectos más ambiciosos que se está ya desarrollando en España en aras de probar la integración de todas estas tecnologías es el Smartcity Málaga, que concretamente se circunscribe a la Playa de la Misericordia de esta ciudad andaluza. Allí se pretende experimentar y obtener conclusiones aplicables en la búsqueda de soluciones a los problemas energéticos y medioambientales generados por la creciente concentración de la población en grandes núcleos urbanos.

El proyecto Smartcity Málaga busca un ahorro energético del 20%, un uso del 20% de energías renovables y una reducción de más de 6.000 toneladas de CO2 al año.

Este proyecto, liderado por Endesa e impulsado por otras 15 empresas, la Administración y diversos centros de investigación, cuenta con un presupuesto de 31 millones de euros en tres años para demostrar la viabilidad de concentrar en un único núcleo urbano un amplio conjunto de tecnologías avanzadas y sostenibles para hacer posible un nuevo modelo de gestión energética en las grandes urbes.

El proyecto, que ya ha iniciado sus primeras fases, beneficiará, en principio, a 300 clientes industriales, 900 de servicios y 11.000 clientes domésticos durante cuatro años.

Smartcity Málaga es uno de los seis proyectos más importantes de su tipo que existen actualmente en el mundo, junto con los de Estocolmo (Suecia), Malta, Masdar (Dubai), Boulder y Columbus (Estados Unidos), y está enmarcado en el Plan 20-20-20 de la Unión Europea, un ambicioso conjunto de medidas para combatir el cambio climático cuyo objetivo es reducir antes de 2020 las emisiones de CO2 en un 20%, alcanzar el 20% de producción de energía renovable y mejorar la eficiencia energética también en un 20%.