El día no empezó bien. La megafonía no funcionaba y los concejales tenían que intervenir pasándose un micrófono inalámbrico de mano en mano, como si fueran cantantes. Sin micro, sin voto pero con voz, los vecinos interrumpieron en varios momentos el debate plenario para aplaudir las intervenciones de los concejales de la oposición e increpar a los del equipo de gobierno. La tensión se palpaba en el ambiente. El propio Dámaso Arteaga intentó responder a un representante vecinal que le acusó, en medio de su intervención, de mentir porque en la reunión del día anterior les había dicho 10 millones y no nueve, como ahora decía en el pleno. Hilario Rodríguez (CC) amagó con irse a dar una vuelta durante la votación o no votar, porque no quería perjudicar a "vecinos a los que veía todos los días".

Al final, se produjo un receso que duró cerca de una hora. Durante ese tiempo, añadieron al expediente de Titsa un acuerdo de dos escasos párrafos que no parece tener mucha operatividad real. Pero el expediente se aprobó tal cual en vez de aplazarlo. Los vecinos se levantaron y gritaron airados, antes de ser desalojados. "Gracias, Hilario", "Julio Pérez, mentiroso". Y los políticos se quedaron solos, hablando de gobernar una ciudad pero sin escuchar a los vecinos, que salían enfadados de la casa de todos.