Nada menos que 78 años contemplan su cuerpo y su espíritu, casi ocho décadas dedicadas a conservar una parte de la historia del Santa Cruz antiguo y moderno, del Santa Cruz de los ricos y de los humildes. Y lo hace siempre desde su atalaya, el coqueto barrio de Los Lavaderos, un reino en el que es la encargada de hacer perpetuar en el tiempo el recuerdo de casi 200 años de historia de todos los santacruceros a través de las pilas de piedra labradas con cincel de Los Lavaderos que encierran miles y miles de historias, de conversaciones, alegrías y tristezas. Esta reina es Marina Cabrera, la mujer que lleva más de 50 años luchando por los intereses de su barrio y de no perder la memoria de lo que significó la casa de Los Lavaderos para todo el municipio.

Con esta edad, Marina Cabrera ha decidido dejar paso a otra persona a la hora de gestionar y dirigir la sala museo de exposiciones de Los Lavaderos, el espacio en donde generaciones y generaciones de tinerfeñas dejaron constancia de otra forma de vida sin las modernidades de una lavadora o algo que se le parezca, un enclave en el que la ropa se lavaba a mano con un cacho de jabón inglés y aguas de los manantiales provenientes del monte de Las Mercedes.

Un rincón histórico.- "La verdad es que ha llegado el momento de dejarlo, aunque seguiré al frente de la AAVV Los Lavaderos (es su presidenta desde los años 60, mucho antes de conformarse legalmente los colectivos vecinales en Santa Cruz). La sala de exposiciones de Los Lavaderos es ese rincón de la historia que debe perdurar para que nunca se pierda en la memoria qué hacían nuestros padres y nuestros abuelos y qué significó Los Lavaderos para el municipio y la Isla. Mujeres de todos los barrios venían aquí para lavar sus ropajes, por lo que no se puede entender la historia de Santa Cruz sin saber qué fueron los lavaderos", aseguró con vehemencia Marina.

La sala de exposiciones de Los Lavaderos, que se sitúa en la trasera del remozado Hotel Mencey, se inauguró como tal el 26 de enero de 1982 con una exposición de originales de Picasso, pero esta es la parte moderna, "porque la antigua data de 1839, cuando la casa se abrió al público para que la gente pudiera lavar su ropa a un precio popular, que era lo que había antes. Aquí se reunían mujeres de Los Campitos, Barrio Nuevo, Los Llanos, Valleseco, El Bufadero, Salamanca... De todos los barrios de Santa Cruz. Hacían cola desde las 5 de la mañana para ocupar una pila y se podían reunir más de 150 personas", explicó con vitalidad.

Sus "primeros 78".- Marina Cabrera ha cumplido "sus primeros "78 años, aunque si me pone 33 no pasa nada, déjelo así (risas)", pero a pesar de ello posee una memoria prodigiosa y un espíritu inquebrantable que la hace ser de una pasta especial, de esa de la que todos deseamos ser y no todos podremos conseguirlo. Deja la dirección de la sala "con mucho pesar, porque es toda una vida conviviendo con la casa, pero creo que ha llegado la hora de dedicarme sólo a gestionar la AAVV Los Lavaderos y seguir prestando servicios al barrio".

Esa memoria nos traslada a finales de los años 30 y principios de los 40 con una lucidez increíble y nos cuenta cómo las piletas de Los Lavaderos prestaron un servicio impagable "a través de manos fuertes y hábiles con el jabón y el añil a todos los rincones de Santa Cruz con sus mujeres, principalmente, al frente".

Actividad frenética.- Recuerda cómo los barcos que atracaban en el muelle llevaban sus ropajes "para que las lavanderas se pusieran en faena o cómo en la parte de atrás la ropa de los militares corría la misma suerte" o sencillamente "Los Lavaderos se convertían en un eje de personas de todos los sitios y para todo tipo de actividades. Dese cuenta de que aquí se hacía la fiesta del barrio, se celebraban bautizos y bodas y por supuesto la tradicional misa en honor de nuestra Virgen de Fátima, algo que ha perdurado hasta hoy con la celebración en la segunda semana de octubre de una romería, pero de lavanderas (risas). Allí se veían todas las familias para celebrar algo, los Calistro, los Encinoso, los Sala... Era algo más que un lugar donde la gente venía a lavar su ropa".

Marina se trasladó a otro tiempo y para recordar que "siendo todavía niña el guardián, que se llamaba don Manuel Tapia, cobraba una perra (5 céntimos de la época) para permitir ocupar una pila de lavar. Era entonces cuando las mujeres ataviadas con un pañuelo en la cabeza, un hule para no mojarse y con la camisa remangada empezaban su labor con mucho esfuerzo. Así toda la vida hasta que en 1975 cerró definitivamente el lavadero para la gente de fuera, aunque estuvo para el servicio de los vecinos del barrio. A partir de ahí, en 1977 se hizo la última fiesta y en 1979 se empezaron las obras de rehabilitación de Los Lavaderos que permitieron convertirlo en lo que es hoy: la sala de exposiciones que se inauguró el 1982 con una muestra de originales de uno de los genios de España, el pintor Pablo Picasso".

30 años después ha decidido dejar la dirección... O por lo menos eso dice ella, pero los hay que creen que nunca lo hará, aunque haya cumplido "sus primeros 78 años".