Primera página de EL DÍA del sábado: "Uno de cada tres canarios en activo está en paro". "En tres meses el desempleo aumentó en 20.400 personas, según la EPA". Pero Paulino Rivero no dimite. Ni él, ni la zarina políticamente goda que gobierna en la sombra, ni toda la caterva de políticos inútiles que les siguen el juego para conservar un cargo público bien pagado con el sudor de la frente del pueblo; de ese sufrido pueblo canario que está soportando lo insoportable con resignación y, que nos perdonen por decirlo así, con el aplatanamiento del que se han aprovechado los españoles para esclavizarnos colonialmente durante nada menos que seis siglos.

Desempleo, colas del hambre, interminables listas de espera en la sanidad -la gente se muere esperando que la operen-, fracaso escolar, uno de cada dos jóvenes sin trabajo ni posibilidad de encontrarlo, emigración como en los peores tiempos de nuestra historia: esto es lo que nos han traído de la mano el colonialismo español y la ineptitud del mayor necio político que han padecido estas Islas a lo largo de toda su historia. ¿Hasta cuándo va a permitir el pueblo el Gobierno de este inútil y de su esposa? ¿Qué pueblo es este que se queda impasible, inclusive con los pantalones bajados hasta los tobillos, ante el piloto de helicópteros que ha convertido, en su papel de colaboracionistas con los esclavistas de la metrópoli, a unas Islas afortunadas en un pozo de miseria? Somos pacifistas, lo subrayamos un día más, pero eso no nos impide preguntarnos cuándo se va a echar a la calle este pueblo tan esquilmado, tan hambriento, tan vejado y, en general, tan maltratado.

Pueblo canario: no olvides que estás pasando hambre cuando podrías vivir con la opulencia de los habitantes de los países más ricos del mundo. Recuerda, pueblo canario, que si solo puedes darles de comer a tus hijos mendrugos de pan duro, y no todos los días, ello es debido a que los españoles saquean los recursos de esta tierra que es tuya, y de nadie más, para alimentar a sus vástagos. Ten presente, pueblo canario, que no saldrás de la crisis, del hambre, de la miseria y hasta de la muerte en las listas de espera mientras no seas ciudadano de tu propia nación soberana. Nada bueno puedes esperar mientras seas un indígena colonizado y mientras no obligues a Coalición Canaria, no votando por ese partido si es preciso, a que rectifique su política de consentimiento a las tropelías del invasor y se convierta en un auténtico partido nacionalista; algo que pasa inevitablemente por quitarse de encima al necio y traidor político que preside el Gobierno regional. Isleño de Canarias: o vives con libertad, identidad y dignidad, como lo hacen los ciudadanos de las naciones soberanas que poseen su propio Estado, y con él la debida representación en los foros internacionales, o desaparecerás del mapa porque a los lacayos nadie los tiene en cuenta y tú eres un siervo de los españoles. ¿Prefieres vivir como un esclavo a ser un esclavo? En tus manos está la elección.

Canario, no eres español. No te sientes bien cuando vas a la Península y estás entre los españoles, porque te miran con displicencia y superioridad. Basta con que abras la boca para que delates tu procedencia isleña. Lo cual no es motivo de vergüenza sino de orgullo, aunque esa actitud de quienes te colonizan y te suponen inferior levanta una barrera infranqueable en tus relaciones con los peninsulares. Hasta el embajador de Venezuela en España, Bernardo Álvarez, que el viernes visitó al editor de EL DÍA, afirma que se siente distinto en Canarias que en la Península, al igual que les sucede, según le han confesado, a muchos canarios. El embajador no lo puede decir porque como diplomático está obligado a guardar las formas y a no inmiscuirse en los asuntos internos españoles, aunque la colonización de Canarias trascienda las fronteras españolas porque constituye una infamia internacional. En cambio, nosotros sí podemos afirmar, como lo hemos hecho en múltiples ocasiones, que estas Islas ni son España, ni son de España, ni sus habitantes son españoles.

Canario, te lo repetimos: no puedes seguir sumido en la miseria y sufriendo el desprecio de los españoles. Sal a la calle, pacíficamente pero hazlo, a exigir que te devuelvan lo que hace casi seis siglos les robaron a tus valerosos antepasados: la libertad; el don más precioso de cualquier ser humano.