1.- ¿Lo han captado? Es el ruido de un foguete. Del que tiré el miércoles por la noche cuando acabó el partido de San Mamés. A mediodía, en el "Clavijo", un bilbaíno me había corregido: "No digas "el Bilbao", Bilbao es el nombre de la ciudad; el equipo se llama Athletic -nunca sé dónde poner la hache- y hoy vamos a fastidiarle la celebración al Madrid". Como el elemento era el delegado, o no sé qué, de Price Waterhouse no rechisté porque -me dije- a lo mejor estos godos, que son tan resabiados, tienen alguna fórmula matemática para averiguar el resultado del partido de esta tarde. Yo, con toda mi buena voluntad, y haciendo uso de la frecuente -y patética- humildad del canario, le dije: "Que gane el mejor". Y aquél, con un puro en la boca y la fanfarronería del vasco que no asimila bien las victorias de su equipo, por lo poco usuales, respondió: "De eso nada, que gane el Athletic". Pues mira por dónde que ganó el puto Real Madrid de mis amores y yo dedico el ruido del foguete del titular, del volador, que no sé cómo lo llaman allí, creo que chupinazo o así, a don el de Price.

2.- Disfruté, por otra parte, como un enano, o sea, como Messi, viendo cómo manteaban a Mou, el mejor entrenador del mundo. Qué emoción. Muchos espectadores se fueron del estadio de San Mamés y otros se quedaron, llamando "¡españoles!" a los jugadores del Real Madrid, que ayer, digo yo, porque escribo antes de que ocurra, le habrán colocado la bufanda a la diosa Cibeles, protectora -por lo que se ve- del madridismo. Otro abroncado en Bilbo fue el bueno de Florentino, por no prestar el "Bernabéu" para la final de la Copa del Rey. ¿Pero ustedes son bobos o qué? ¿Y si gana el Barcelona? ¿Cómo permitir que levante la copa en el "Bernabéu"? Con el Bilbao no iba la cosa. Ni con el Athletic tampoco. Iba con los culés.

3.- Tenía ganas de triunfos. Santa Cruz se llenó de cohetes que turbaron la paz del cielo chicharrero; y me sonaron a música celestial. Los estampidos recordaban al mejor. Este equipo despierta pasiones, pero, sobre todo, a lo que enseña es a jugar al fútbol con una velocidad vertiginosa y con una contundencia de academia de balompié. Los vascos, legítimamente (todo el mundo se crece ante el mejor), querían aguarle la Liga al Real Madrid. Y salieron al campo como si estuvieran jugando la final de la Copa del Rey. Para mí que se equivocaron de partido. Vamos a ver si al Barça le juegan con el mismo entusiasmo, o si bajan los brazos, como ya ha ocurrido en esta Liga. En la Liga de Mou. En la Liga de Cristiano. En la Liga (creo que la 32) del Irreal Madrid.

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