Quizá sea este punto culinario de Puerto Colón una de las sorpresas gratísimas con las que he topado en los últimos tiempos en el Sur. Rectifico, no toparme sino gracias a esos amigos que bien que controlan en esos pagos.

A fe que mereció la incursión gastronómica en un espacio sorprendente por sus prestaciones, por la calidad de cocina y el precio, para tratarse de un rango más que notable de distintas especialidades del amplísimo recetario asiático. Una cerveza china en la barra, por ejemplo, es un buen preámbulo para sentarse con comodidad frente al teppanyaki, una plancha en la que Qian -ese día- desafía a la velocidad de los movimientos con las manos para conformar un precioso espectáculo visual, que va desprendiendo aromas y sabores prodigiosos.

Qian y Pan trabajaron durante 8 años en el Slow Boat Teppanyaki y es conocida su pericia con las palas que utilizan en su show diario para trocear y preparar maravilla. Ambos se unieron a Gao en el nuevo proyecto.

Una combinación de sushi, sashimi y maki abre boca para lo que posteriormente aparecerá con sabores puros y contundentes. Es parte del virtuosismo de estos chefs: no sólo espectáculo en vivo; a la vez, control del punto de las cocciones y aderezos. Un rosado fresquito Santa Digna Chile, de Bodegas Torres acompañó unos langostinos tigre increíbles o una tortilla a la japonesa, además de un solomillo excepcional. Pero hay que venir a verlo "in situ".