A menos de tres semanas para las elecciones presidenciales, la violencia se desbordó hoy junto al Ministerio de Defensa egipcio, donde miles de manifestantes se enfrentaron en una batalla campal a los soldados que custodiaban la sede gubernamental

La Junta Militar había dejado claro el jueves que no permitiría que las protestas alcanzasen el Ministerio de Defensa, en el barrio cairota de Abasiya, ni ningún otro de los edificios de las Fuerzas Armadas.

Sin embargo, esa advertencia no impidió que una masiva concentración, principalmente de jóvenes revolucionarios y seguidores salafistas, desafiase la prohibición e intentase traspasar la alambrada que los militares habían colocado como línea roja.

Al menos 59 personas resultaron heridas, la mayor parte de ellas por pedradas y por inhalación de gases lacrimógenos, según el Ministerio de Sanidad.

El chispazo que hizo saltar por los aires la enorme tensión acumulada se produjo sobre las 15.00 hora local (13.00 GMT), cuando comenzaron a volar las piedras en ambos sentidos, y la policía militar empezó a utilizar cañones de agua para impedir el avance de los manifestantes.

La violencia aumentó con el paso de las horas, y el agua dio paso a las pelotas de goma y a los gases lacrimógenos, mientras helicópteros militares sobrevolaban el lugar.

Testigos señalaron que los soldados dispararon al aire para dispersar a los manifestantes, que se retiraron tras la carga de la policía militar.

Los manifestantes corearon eslóganes pidiendo la ejecución del jefe de la Junta Militar, el mariscal Husein Tantaui, y en memoria de los nueve muertos que han perdido la vida en este mismo barrio a lo largo de la semana en enfrentamientos con los llamados "baltaguiya" (agitadores violentos) y vecinos de Abasiya.

Unas horas después del comienzo de la refriega, el Movimiento 6 de Abril, uno de los grupos revolucionarios más importantes, anunció que se retiraba de la manifestación "para no participar en el derramamiento de sangre egipcia", y el lugar recuperó una calma relativa, a la espera de lo que pueda suceder por la noche.

Las escenas de hoy trajeron a la memoria el estallido de violencia que se produjo justo antes de los comicios legislativos, el pasado mes de noviembre, en la calle Mohamed Mahmud, junto a la plaza Tahrir, y que se cobró decenas de muertos.

Precisamente en Tahrir, otra multitudinaria manifestación reclamó hoy el cese del derramamiento de sangre y la renuncia de la cúpula castrense.

Si en Abasiya fueron los jóvenes revolucionarios y los ultraconservadores salafistas quienes encabezaron la marcha, en Tahrir los islamistas Hermanos Musulmanes se adueñaron casi por completo de la numerosa protesta.

En la tribuna principal se agrupaban varios líderes de la influyente organización islámica, cuyo Partido Libertad y Justicia (PLJ) controla casi la mitad del Parlamento egipcio.

Un portavoz del PLJ, Ahmed Abdelaziz, señaló que la manifestación pretendía "mostrar que estamos sumamente indignados con los sucesos de Abasiya", así como "reclamar la entrega del poder al candidato que resulte elegido como presidente".

Por su parte, el diputado del partido centrista Civilización (Hadara) Hatem Azzam dijo que, en su opinión, los manifestantes de Abasiya consideran que la plaza Tahrir se ha convertido en "una feria o un carnaval", y que por eso optaron por llevar sus reivindicaciones a las puertas del Ministerio de Defensa.

"Evidentemente, se trata de un desafío a la Junta Militar. Pero hemos intentado convencerles para que vengan a Tahrir", explicó Azzam, vicepresidente de su partido.

El ambiente en Tahrir, aunque de una gran crispación hacia la cúpula castrense, se mantuvo siempre dentro de los límites de la protesta pacífica, en consonancia con la posición de los Hermanos Musulmanes hacia la Junta Militar desde el comienzo de la transición.

No en vano, uno de sus líderes, Mohamed Mursi, es uno de los grandes favoritos a hacerse con las elecciones presidenciales cuya primera vuelta se celebrará los próximos 23 y 24 de mayo.

Pese a que algunas voces han puesto en duda la celebración de los comicios en esta atmósfera, tanto la Junta Militar como los principales aspirantes han repetido que las elecciones no se pospondrán y que antes del 30 de junio el poder habrá sido transferido a una autoridad civil.

El propio Mursi aseguró en una entrevista esta semana que "no hay marcha atrás" para la celebración de las presidenciales, y que, una vez que haya un nuevo jefe de Estado, el ejército será despojado de cualquier papel político en la nueva etapa.