El supuesto cerebro de los atentados del 11 de septiembre de 2001, Jalid Sheij Mohamed, y otros cuatro cómplices comparecerán mañana, sábado, ante un tribunal militar en la base estadounidense de Guantánamo (Cuba) que les podría condenar a muerte.

Sheij Mohamed, que ha reconocido su papel de planificador de los atentados de Nueva York, Washington y Pensilvania, ocupará el asiento central del banquillo de acusados.

El pakistaní ha confesado su compromiso con una guerra con Estados Unidos en la que las víctimas civiles son un mal menor y es considerado uno de los 16 presos más importantes del penal.

El juez del tribunal militar que se encargará del caso, el coronel James Pohl, ha convocado a las partes a las 09.00 horas del sábado en la base militar naval de Guantánamo para leer los cargos que se les imputa y preparar el calendario de las audiencias del juicio que no será sencillo y puede prolongarse por años.

Sheij Mohamed y sus cómplices están acusados de las 2.976 muertes del 11 de septiembre y de otros cargos de terrorismo, secuestro de aeronaves, conspiración y violación de la ley de la guerra, entre otros.

Otro de los acusados es Ali Abdul Aziz Ali, sobrino de Sheij Mohamed, y supuestamente uno de los intermediarios que canalizaba el dinero que financió los atentados.

También está procesado el yemení Walid Muhamad Salih Attash Mubarak bin Attash, que sufrió la amputación de una pierna en Afganistán, fue guarda espaldas de Bin Laden y supuestamente ayudó a los pilotos suicidas de los atentados del 11-S.

Además ocuparán el banquillo Ramzi Bin al Shibh, yemení y que era uno de los candidatos pilotar el vuelo 93 de United que se estrelló en Pensilvania, y Mustafa Ahmed Adam al Hawsawi, saudí y uno de los responsables de buscar academias para los pilotos de los atentados más graves de la historia de EEUU.

El Gobierno del entonces presidente George W. Bush inició un proceso contra los cinco acusados en 2008, pero ante las denuncias de que varios de los testimonios se habían logrado bajo torturas el procedimiento fue detenido en 2009 por su sucesor, Barack Obama.

El Pentágono pretende ahora reiniciar el procedimiento bajo las normas de los nuevos tribunales militares, cuyos procedimientos aún están siendo dirimidos, y ni siquiera se ha determinado cómo serían ejecutados los reclusos, de ser condenados a la pena capital.

La mayoría de los procesados han expresado abiertamente sus ideas extremistas, sus intenciones de luchar contra Estados Unidos en su particular guerra santa y sus esperanzas de convertirse en mártires.

En los asientos del público en la sala de Camp Justice se sentarán probablemente familiares de las víctimas del 11-S, ya que 250 de ellos solicitaron estar presentes, al igual que miembros de diversas organizaciones y un pequeño grupo de periodistas.