La holgada victoria del Partido Laborista en las elecciones municipales británicas supuso ayer una dura derrota para el Gobierno de coalición entre conservadores y liberaldemócratas, a los que la crisis pasó factura.

Como es tradición en la política británica, el Gobierno fue castigado sin compasión por los votantes en los comicios municipales celebrados el jueves en Inglaterra, Escocia y Gales, en los que los laboristas superaron la cifra mágica de 800 nuevos concejales.

Se preveían malos resultados para los conservadores y los liberaldemócratas, pero las votaciones se interpretaron como un varapalo peor y más peligroso de lo previsto.

Los laboristas de Ed Miliband consiguieron sumar más de 2.000 de las 5.000 concejalías sometidas a voto y ganaron el control de 32 nuevos municipios, hasta lograr un total de 75.

Por su parte, los "tories" perdieron 12 ayuntamientos y 405 concejales, sumando 1.005, mientras que los liberales se quedaron sin uno de sus siete ayuntamientos y vieron esfumarse 336 concejalías, por lo que ahora solo controlan 431. Los resultados de los liberaldemocratas del viceprimer ministro, Nick Clegg, son muy similares a los del año pasado, que fueron los peores de su historia.

Algo que contrasta con la victoria de los laboristas, especialmente significativa en localidades como Southampton y Plymouth, habituales feudos conservadores.