Más de 60 personas, la mayoría de ellos jubilados, pidieron ayer a gritos, sobre las 11:00 horas, que José Manuel Bermúdez, alcalde de la ciudad, les atendiera. A las puertas del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife se concentró este heterogéneo grupo de personas, en su mayoría vecinos del barrio de La Salud, pero también residentes en García Escámez y Barrio Nuevo, entre otras zonas.

Dentro, Bermúdez participaba en una rueda de prensa, pero rechazaba reunirse con ningún representante del colectivo que bramaba en las puertas de la Casa de los Dragos. "Hay reuniones estos días con asociaciones de vecinos y las están llevando los concejales responsables", dijo. El alcalde aseguró que "hay espacio para la mejora de los servicios", ya que el convenio que se ha suscrito con el Cabildo lo prevé.

Por todo esto, delegó la posibilidad de reunirse con los vecinos en los concejales responsables, principalmente en Dámaso Arteaga.

Dos representantes de los vecinos informaron al resto de que las secretarias del alcalde les habían asegurado que éste no estaba en la Casa de los Dragos (a pesar de que acababa de ofrecer una rueda de prensa) y que no podía modificar su agenda para atenderles, según informaron estos vecinos al resto.

"¡Bermúdez, da la cara!", gritaban fuera. El alcalde fue el centro de las iras de los vecinos, que criticaban "que venga sólo a buscar los votos". Otras consignas eran "queremos guaguas y no promesas"; "queremos guaguas y no vividores"; "Bermúdez, cobarde"; "Bermúdez no quiere a los chicharreros..."

"Yo quiero las tres guaguas que me faltan: la 906, que me lleva al ambulatorio, la 907 a la plaza de Weyler y la 1", explicaba Carmen Alollán, de 87 años y vecina del barrio de Cuesta del Piedra, a todo aquel que quisiera escucharle, incluidos los miembros de la Unipol que estaban apostados en las puertas del ayuntamiento. "Ahora, quién va al mercado, quién", preguntaba.

Otra de las manifestantes aseguraba que el tranvía "no reconoce que vienes de una guagua". De esta forma, los transbordos que Arteaga aseguró en el Pleno que iban a ser "gra-tui-tos" no lo son, de hecho. Una vecina afirmó a este periódico que cuando venía de una guagua y picaba en el tranvía, este le cobraba la diferencia entre el coste de la guagua y el tranvía, 37 céntimos. Además, argumentó, a la subida sí que hay que pagar el 1,05 euros del tranvía y después hacer el transbordo a la guagua (esta vez gratis, pero más caro).

Otra decía: "He pagado 15 euros más de impuestos que el año pasado. Apúntalo ahí, mi nombre y mis apellidos. Nos aumentan los impuestos y no tenemos derecho a hablar". "Hija, es que tenemos una calentura", expresaba otra.

Vecinos de otros barrios y más jóvenes, como Juan Francisco Fariña, de García Escámez, resumían que "esto nos afecta a todos". Además, opinaba que esta reordenación responde a la necesidad de pagar el tranvía. "Como ciudadano, no sé cuál es el coste de montaje y mantenimiento del tranvía", apostilló.