Los aparatos electrónicos con los que convivimos emiten ondas que pueden propiciar la aparición de cáncer y enfermedades físicas y neuronales, así que, para asegurar una buena salud, lo mejor es "limpiar" de polución eléctrica y mantener el móvil alejado del cuerpo, según la experta Magda Havas.

Doctora en Ciencias Medioambientales por la Universidad de Trent (Canadá), Havas es un referente mundial en la investigación de los efectos de las radiaciones electromagnéticas que producen los aparatos y, tras años de trabajos, no tiene ninguna duda de que perjudican a la salud.

"Ya tenemos pruebas evidentes de la relación entre la radiación de los móviles y la aparición del cáncer, y nos llegan ahora cuando todo el mundo es adicto a los móviles", ha destacado Havas en una entrevista con Efe.

Los cánceres se desarrollan con más celeridad que hace unas décadas y aparecen en la zona cercana al oído, que es donde colocamos el móvil para conversar.

Incluso la Organización Mundial de la Salud (OMS) ya emitió un aviso de que el uso de los móviles era "posiblemente cancerígeno", en un pronunciamiento poco contundente que, según, Havas, sólo se explica "por los intereses de algunos miembros del comité con operadoras de telefonía" y para no crear pánico.

Diversos estudios apuntan que los adultos tienen el doble de posibilidades de desarrollar tumores cerebrales si se exponen continuadamente a la radiación de los móviles.

El impacto es mayor entre los niños, porque su cerebro aún está en desarrollo, así que los que hayan usado reiteradamente el móvil antes de los 20 años tienen cinco veces más de posibilidades de tener tumor cerebral que los que no se han expuesto a las ondas.

Para evitar daños, lo mejor es usar fundas protectoras especiales con tejidos con elementos metálicos que rebotan las ondas dirigidas al cuerpo y usar los altavoces del móvil para mantenerlo así alejado de la cabeza.

También son nocivos las ondas que emiten los aparatos wifi, que se ha demostrado en ratas que dobla las posibilidades de desarrollar tumores.

El efecto de las ondas sobre el sistema neuronal también facilita la aparición de estrés, depresiones, irritabilidad y menos capacidad de concentración, según la doctora.

"Todo apunta a lo mismo; la radiación daña el ADN, que es la base de la célula", concluye la científica, poco amante de los teléfonos inalámbricos: "Casi nunca llevo móvil, sólo cuando viajo, y no respondo a las llamadas de mis amigos, para que se deshabitúen a usar el teléfono".

La doctora canadiense ha participado esta semana en unas jornadas del Hospital de Vall d''Hebron sobre fatiga crónica, uno de sus principales ámbitos de investigación, ya que este tipo de enfermos, así como los diabéticos o los que padecen esclerosis múltiples, tienen un mayor hipersensibilidad electromagnética.

Las ondas que emiten adaptadores eléctricos, televisiones o los reguladores de luz, por citar algunos casos, son diferentes a las de los móviles o los wifis pero, según Havas, dañan el sistema inmune, especialmente a los que tienen hipersensibilidad electromagnética.

Diversos estudios muestran que esta "contaminación eléctrica" eleva los niveles de azúcar en algunos diabéticos, empeora la movilidad de enfermos de esclerosis múltiple y agrava los problemas de niños con transtornos de déficit de atención.

Havas recomienda instalar filtros en los domicilios y en las oficinas que reducen la cantidad de hertzios emitidos y favorece un entorno más saludable.

"Es una paradoja que hayamos creado aparatos para facilitarnos el día a día que acaban dañando nuestra salud, pero la humanidad siempre ha hecho lo mismo; también pusimos plomo en la gasolina que luego nos contaminaba. No somos muy listos", concluye la doctora.