La joven Ina Rangønes Libak, de 22 años, que estuvo a punto de morir en la masacre de la isla noruega de Utøya el pasado 22 de julio, declaró hoy en el juicio que lo sucedido no ha "debilitado" a los jóvenes laboristas noruegos, a pesar de la "crueldad" de la tragedia.

"Esto no nos ha debilitado, aunque ha sido duro. Es cruel haber perdido a tantas personas fantásticas, fuertes y buenas. Cada día sigue siendo injusto y doloroso", dijo Libak en el juicio contra el ultraderechista Anders Behring Breivik, autor confeso del doble atentado en Oslo y en Utøya en el que murieron 77 personas.

Libak, que fue operada cinco veces y pasó un mes en el hospital, relató cómo al empezar el tiroteo se escondió detrás de un piano en una sala de la cafetería y cómo Breivik le disparó a ella y a otros de los asistentes al campamento de las Juventudes Laboristas.

Incluso mostró varias heridas y bromeó con que el maquillaje ocultaba un poco las cicatrices.

"Recuerdo todos los disparos. Cuando me dio en los brazos, pensé que podría sobrevivir. Entonces me disparó en la mandíbula y ahí pensé que era más grave. Finalmente me disparó en el pecho, y entonces pensé que por eso podía morir", explicó Libak, según la televisión pública noruega NRK.

Agarrándose la mandíbula y con el "sabor" de la sangre en la boca, salió corriendo luego de que Breivik se fuera a otra parte del edificio a continuar la matanza.

Debilitada por las heridas, cayó al suelo junto a la zona de acampada, pero un conocido la llevó con más gente a otra parte de la isla, donde varios compañeros lograron pararle las hemorragias.

Mientras escuchaban los sonidos de los disparos, hicieron piña y se animaron unos a otros para ser "fuertes", explicó.

"Entonces empieza a caminar hacia nosotros. Ninguno de los que estábamos allí eligió correr para salvarse. Nos dijimos que estábamos juntos en eso", contó Libak.

Pero pese a que su escondite no era el mejor, Breivik pasó de largo, y pocos minutos después, fue detenido por la policía.

El testimonio de Libak fue el más dramático de los seis testigos que declararon hoy en la vista, junto con el de un joven que salvó la vida huyendo a nado desde el sur de la isla.

Con él iba un amigo que al ver que no iba a poder llegar a tierra porque se encontraba débil tras haber sufrido una mononucleosis, le gritó que iba a regresar a nado a la isla para esconderse.

Pero no lo logró, porque las fuerzas lo abandonaron y murió ahogado, mientras él lo veía todo, dijo con la voz ahogada por las lágrimas el joven, que pidió mantener su identidad bajo anonimato.

"Podía haberlo arrastrado conmigo o nadar de vuelta y esconderme con él", sollozó el joven, quien admitió que el sentimiento de culpa lo perseguía desde entonces.

Coincidiendo con la parte final de la vista, un hombre trató de inmolarse en el exterior del tribunal, aunque fue rescatado a tiempo y trasladado en ambulancia a un hospital en estado grave.

La Policía no ha dado todavía una explicación definitiva, pero ve poco probable que el caso tenga relación con el proceso a Breivik.

El juicio continuará mañana con las declaraciones de otros cuatro testigos que se encontraban en la cafetería de Utøya cuando comenzó la masacre.