Decenas de estatuas callejeras han ganado vida en Brasil gracias a una iniciativa popular que se ha diseminado por internet en la que personas anónimas han puesto un llamativo corazón rojo en los monumentos más importantes de varias ciudades como un homenaje al amor.

Los corazones rojos han brotado del pecho de granito o bronce de incontables estatuas en capitales como Sao Paulo, Río de Janeiro o Belo Horizonte (Minas Gerais) y ciudades del sureste del país en una campaña que, según sus organizadores, pretende ser una provocativa "intervención urbana" cuya principal meta es "recordar que siempre existe el amor".

El grupo anónimo que inició la campaña, llamada "Aquí late un corazón", también afirma en un manifiesto en Facebook que su objetivo es "hacer sonreír a alguien" y "sacar a las personas de los lugares comunes".

La campaña comenzó en marzo pasado en Sao Paulo y ahora ha ganado fuerza en Río de Janeiro, donde han implantado un corazón rojo a la estatua de Gandhi, en el centro de la ciudad, o la del poeta Carlos Drummond de Andrade, que siempre recibe a los turistas sentado en un banco frente a la playa de Copacabana.

Una de las imágenes más llamativas es la figura del soldado desconocido de la Segunda Guerra Mundial, que se levanta en la avenida Álvares Cabral de Belo Horizonte, que luce el vivo corazón en contraste con su pose de ataque con fusil en mano con la bayoneta calada.

La iniciativa no ha dejado indiferentes a los brasileños ni a varios periódicos locales que han colado las fotos de algunas estatuas emblemáticas a sus portadas.

Los promotores aspiran a que la idea se extienda por todo el país y, para contribuir a ello, han publicado en internet un manual de instrucciones para elaborar los corazones de espuma de polietileno y cómo decorarlos con pintura de látex de rojo vibrante con una capa de barniz.

También dan consejos para colocar los corazones cuidadosamente, sin dañar los monumentos, y señalan que es mejor realizar la acción por la noche, para sorprender a la ciudad cuando se despereza por la mañana y, de paso, para evitar ser sorprendidos por policías inoportunos.

La semana pasada tres jóvenes fueron arrestados cuando intentaban poner un corazón a la estatua ecuestre del emperador Pedro I, en la céntrica plaza de Tiradentes de Río de Janeiro, porque la policía pensó que estaban cometiendo un acto de vandalismo, según recogieron medios locales.

"Cuidado para que no se vuelva una cosa megalomaníaca que pierda la esencia", señala el manifiesto en internet, que también resalta que el movimiento "no es un flashmob".

El "flashmob" es la reunión instantánea y organizada de un grupo de personas en un lugar público para realizar un acto inusitado que cause sorpresa a los viandantes y que, generalmente, no tiene otra motivación que el entretenimiento.

La iniciativa de los corazones tiene aspiraciones mucho más profundas y elevadas, como "despertar sonrisas", "dar un respiro" en medio del caos de las urbes brasileñas y, por supuesto, incentivar "mucho amor".