Los "bosques azules" o praderas marinas del Mediterráneo, poseen un "gran" potencial para atrapar dióxido de carbono y luchar contra el calentamiento global -superior a la selva amazónica- y abren una nueva puerta al crecimiento económico.

Así lo refleja un estudio científico presentado hoy en unas jornadas organizadas por el Centro de Cooperación del Mediterráneo de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, con sede en Málaga.

El informe sobre las praderas de posidonias oceánicas en el Mediterráneo -bautizadas así en honor al dios Poseidón- y su contribución contra el cambio climático calcula que pueden ser responsables del 40 % del carbono almacenado cada año por la vegetación costera.

Además, estima que -según la cotización actual (2011) en el mercado de carbono- la cantidad atrapada de CO2 por estas plantas valdría entre 3 y 45 euros por metro cuadrado, es decir entre 17 y 250 veces más que los bosques tropicales.

Los mercados de carbono consisten en créditos que percibe un país o sus industrias por descontaminar.

El Protocolo de Kioto contra el cambio climático contempla este mecanismo (denominado de desarrollo limpio) para los bosques, de modo que los países que reforestan o no talan sus árboles reciben un pago a cambio.

El carbono almacenado por la vegetación litoral (carbono azul) no está incluido en dicho acuerdo, cuyo primer periodo de vigencia expira en 2012.

El informe se refiere, entre otros, al caso concreto de las Baleares -rodeadas de praderas de poseidonia oceánica muy extensas y de gran exuberancia-, y apunta a que en el mercado global de carbono, el valor de sus stocks rondarían los 4.000 millones de euros (unos 6 euros/metro cuadrado).

De acuerdo con el trabajo científico presentado hoy, las praderas marinas poseen "un potencial considerable" para atrapar dióxido de carbono.

Y "ahora que la importancia de los créditos de carbono va en aumento en la lucha contra el cambio climático, se está prestando una atención creciente a los ecosistemas marinos y a sus posibilidades".

Actualmente, la biodiversidad en el Mediterráneo se ve reducida debido a la presión humana, la introducción de especies foráneas y al cambio climático.

La fuerte presión demográfica, los vertidos de residuos urbanos e industriales, el cambio climático y la sobreexplotación de los recursos vivos, hace "peligrar" el patrimonio natural de este mar, añade el estudio.

La regresión de las praderas es un fenómeno que se observa desde hace décadas, aunque su grado de afectación varía en función de las especies y de las zonas geográficas.

Las principales regresiones observadas en el Mediterráneo están asociadas a la modificación de la línea de costa, a la gestión de los recursos vivos (pesca y acuicultura), al vertido de residuos, al desarrollo de actividades recreativas y el turismo (cruceros), y a la introducción de especies exóticas.

Si bien su papel como sumidero de carbono es significativo, del estudio científico se desprende que su verdadero interés en el ciclo global del carbono reside en el gran stock de carbono acumulado durante miles de años.

"Los esfuerzos deberían pues centrarse de forma prioritaria en la conservación de estos depósitos para evitar un eventual retorno a la atmósfera del carbono que contienen", concluye.

Las jornadas se enmarcan en el proyecto Life ??? Andalucía, que coordina la Consejería de Agricultura y Pesca y Medio Ambiente de la Junta, y en el que participan, además de la UICN, entidades como la Federación Andaluza de Cofradías de Pescadores y Conservación, Información y Estudios sobre Cetáceos (CIRCE).