La posibilidad de que Grecia abandone el euro y el ataque a la banca española desencadenaron una caída semanal del 6,13 por ciento, el peor resultado del año y desde finales de noviembre pasado.

Insisten los nuevos dioses en "raptar" a Europa de su sueño monetario mientras las autoridades del Viejo Continente se desentienden y permiten que el toro blanco -¡qué paradoja!, pues el astado es símbolo del mercado alcista- consiga sus propósitos.

Los dos factores combinados, Grecia y banca, arrinconaron al mercado nacional en este ciclo, pues el fracaso en formar gobierno en el país heleno y la convocatoria de nuevas elecciones para el 17 de junio próximo alentaron la osadía vendedora de los inversores.

Con el mismo desparpajo con que Zeus llevó a Europa a través del mar caía la cotización del euro hasta 1,26 dólares -mínimo del ejercicio- por efecto de la cuestión griega.

Por las cotas alcanzadas por la prima de riesgo, que superó los 500 puntos básicos, y la rentabilidad de la deuda española a diez años, que se acercó al 6,5 por ciento, se empezaba a hablar del rescate de la economía española, lo que se negaba desde todos los ámbitos, pues supondría el salvamento de Europa.

Mientras tanto, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, exigía de las autoridades europeas un mensaje claro en apoyo del euro y el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, comentaba que prefería que Grecia continuara en la zona euro.

También presionaba sobre el mercado de deuda la situación de la banca española, que tendrá que aportar más de 20.000 millones de euros por las nuevas provisiones creadas sobre el valor de sus activos inmobiliarios.

La cotización de los bancos también estuvo presionada por el anuncio y posterior confirmación de la rebaja de la deuda del sector por la agencia de medición de riesgos estadounidense Moody''s y por la salida de depósitos.

Otras cuestiones relevantes que forzaron la caída de la bolsa hasta niveles de junio de 2003 -el viernes marcó el mínimo durante la sesión de 6.380,20 puntos, aunque acabó la jornada con ganancias- fueron el batacazo electoral del CDU en Renania-Westfalia, que condiciona la estricta política fiscal alemana.

Además, se conocieron datos negativos de producción industrial en China y en los Estados Unidos las ventas minoristas crecieron el 0,1 por ciento, lo que sugiere una desaceleración de la actividad económica que se reflejó en el precio del petróleo Brent, que bajaba de 112 a 107 dólares.

En cuanto a las plazas europeas, Milán cayó el 7,19 por ciento; Londres, por las malas previsiones de crecimiento en el Reino Unido, el 5,52 por ciento; el índice Euro Stoxx 50, el 4,87 por ciento; Fráncfort, el 4,69 por ciento, y París, el 3,89 por ciento.

En cuanto a la evolución de los valores del IBEX, esta semana bajaron treinta y dos y subieron tres.

La mayor caída correspondió a Bankia, el 15,21 por ciento, seguida de IAG, que cedió el 13,07 por ciento, en tanto que Abengoa perdió el 12,44 por ciento.

Subieron Sacyr, el 6,14 por ciento, mientras que Indra avanzó el 4,12 por ciento, y ACS, el 2,03 por ciento.

Todas las grandes compañías bajaron: Telefónica, el 11,2 por ciento después de celebrar la junta de accionistas y pagar dividendo, en tanto que Banco Santander cedió el 6,04 por ciento; BBVA, el 5,72 por ciento; Iberdrola, el 3,17 por ciento, y Repsol, el 2,56 por ciento.

La próxima semana, en la que el IBEX 35 partirá de 6.556,70 puntos, los inversores estarán pendientes del resultado de la reunión del G-8 de este fin de semana, así como de la cumbre sobre crecimiento en la UE del próximo miércoles, de datos de confianza empresarial en Alemania -IFO- o inmobiliarios estadounidenses.