Superada una cumbre de transición, la Unión Europea inicia hoy un periodo de cinco semanas que deben aclarar el futuro de Grecia y de la banca española y que culminarán a finales de junio con una nueva cita de jefes de Estado y de Gobierno en Bruselas, que, esta vez sí, debe ser decisiva.

Los líderes eligieron dedicar el Consejo Europeo de ayer a explorar principalmente vías a largo plazo con las que reforzar la unión monetaria, en un debate espoleado por los vientos de cambio que acompañan al nuevo presidente francés, François Hollande.

"Hemos preparado el terreno para decisiones comunes en junio, dentro de cinco semanas", explicó al término del encuentro el presidente, Herman van Rompuy.

El plazo no es arbitrario: entre hoy y la cumbre comunitaria de los días 28 y 29 de junio se enmarcan toda una serie de fechas fundamentales para aclarar la realidad financiera y política a la que se enfrenta Europa.

Esa ventana de poco más de un mes debe servir para resolver, por un lado, los problemas más concretos y urgentes de la eurozona -Grecia y las dudas sobre España y su banca, principalmente- y por otro para comenzar a definir lo que será la moneda única en los próximos años.

El próximo mes se plantea así como un "crescendo" que irá resolviendo muchas de las cuestiones que imposibilitaban que ayer los jefes de Estado y de Gobierno de los Veintisiete tomasen decisiones concretas.

Lo primero será conocer el 30 de mayo el análisis que hace la Comisión Europea (CE) de la situación fiscal de cada país del euro y el margen de maniobra que les ofrece para cumplir con los objetivos de reducción del déficit.

Varios socios, entre ellos España, aspiran a recibir más tiempo, aprovechando el nuevo énfasis en el crecimiento que se escucha en Bruselas.

Si España estará a la espera de Europa hasta esa fecha, Europa será la que mire con atención a España poco después.

El gobierno de Madrid ha encargado a dos consultoras una evaluación de los balances de los bancos del país, con la que espera disipar las dudas de los mercados.

Se prevé que el examen esté listo para la segunda quincena de junio, es decir, a tiempo para la cumbre comunitaria, cuando los líderes podrían estudiar permitir que el fondo de rescate europeo pueda ser usado directamente para ayudar a los bancos si fuese necesario.

Aún si el problema de España es menor de lo que muchos temen, la eurozona tendrá que lidiar con su problema más acuciante: Grecia.

Lo que antes era un tabú, la salida de un país del euro, ha pasado ya a ser una opción más que dependerá, principalmente, del resultado de las elecciones del próximo 17 de junio.

Si ganan las opciones que exigen renegociar los términos del rescate con Europa, la próxima cumbre se verá obligada a recular o a tomar alguna decisión drástica con Atenas.

A la cita se llegará además con los resultados frescos de otras elecciones, las legislativas francesas que permitirán conocer el margen de maniobra interno de Hollande y su capacidad para dar un giro a la política europea.

Por lo pronto, el presidente francés ya logró ayer que se abra un debate sobre el futuro del euro en el que se discutirán opciones como los eurobonos o el principio de una unión bancaria, que deben llevar la moneda única a "una nueva etapa", según Van Rompuy.

Las primeras claves se tratarán también en la cumbre del 28 y el 29 de junio, donde Europa sellará además las recetas para el crecimiento a más corto plazo.

Ahí figuran una ampliación de capital del Banco Europeo de Inversion (BEI) la reprogramación de fondos estructurales y la emisión de bonos-proyecto para crear empleos, más avances en el mercado interior y la búsqueda de unos presupuestos más orientados al crecimiento.