UNA DIMENSIÓN poco conocida de mi padre es su gran afición a la ópera y la zarzuela. A los treinta años, problemas de salud le indujeron a dar un giro radical a su vida, encerrándose en su casa por las tardes, donde cultivó la lectura, el estudio y la audición de música. Fue un gran aficionado a la zarzuela y las canciones napolitanas, pero su gran pasión fue la ópera italiana. Para él la voz humana superaba con mucho en belleza a cualquier instrumento musical. Más aún, la lengua italiana, con el uso frecuente de las vocales, daba al cantante un abanico grande de posibilidades, en comparación a la lengua alemana. Ya desde 1951 empezó a frecuentar las temporadas de ópera en el teatro Pérez Galdós, de Las Palmas, impulsado por sus amigos Diego Cambreleng y Lola de Torre. Trabó amistad con Paco Kraus, al que pude conocer en las temporadas de zarzuela en el teatro Guimerá hacia 1960. La fundación de las sociedades "Amigos Canarios de la Ópera" o la "Asociación Tinerfeña de Amigos de la Ópera" le permitieron disfrutar en directo del bel canto, tanto en la isla vecina como en nuestro teatro Guimerá, durante cuarenta años. Siempre consideró al teatro santacrucero una joya, por su magnífica acústica. Incluso pudo conocer "La Traviata" en el Teatro de l''Opera de Roma en 1958, durante un congreso notarial.

Pero lo más destacable es su colección particular de ópera, unos doscientos discos de vinilo que fue agrupando durante toda su vida. No faltaban Mozart, Massenet o Bizet, pero los autores italianos dominan: Bellini, Donizetti, Rossini, Puccini... Pero el buque insignia era Verdi, su ídolo. Tenía prácticamente toda su obra: Aida, Un Ballo in Maschera, Falstaff, Macbeth, Otelo... Sin embargo, sus favoritos fueron Rigoletto, Don Carlo, Il Trovatore y La Traviata. De todas estas obras poseía distintas versiones. Defendía que la música de Verdi favorecía a los cantantes, mientras que la de Puccini, con sus compases y agudos maravillosos, forzaba mucho a los intérpretes.

En la casa familiar sonaron durante décadas las voces de las sopranos Sutherland, Tebaldi o Freni, de los artistas internacionales como Björling, Merril, Warrem, Schipa, Gobi, Del Mónaco, Di Stefano, Pavarotti, o de los grandes cantantes españoles como Caballé, Domingo, Carreras, Fleta o Lázaro. Pero sus favoritos fueron siempre la divina Callas o los grandes tenores Beniamino Gigli y Alfredo Kraus. Como era un poco duro de oído, ponía los discos muy altos... "¡Papá, por favor!", gritábamos los niños. Lo curioso es que varios hermanos nos convertimos en amantes de la ópera, gracias a esta imposición.

En el funeral de Marcos Guimerá la Banda Municipal interpretó el "Adiós a la vida" de Puccini. En febrero de 1901, miles de personas asistieron en Milán al traslado de los restos de Verdi y su esposa al mausoleo familiar, mientras Toscanini dirigía a un coro de ochocientas voces en su aria "Va pensiero" en honor de su héroe. La ópera les unió en vida y también en su despedida final.

Historiador, CSIC