CUANDO les hace falta dinero a los políticos para gastarlo, despilfarrarlo o llevárselo crudo, siempre recurren a los bolsillos de los demás; los suyos y los de sus congéneres suelen respetarlos o, todo lo más, los dejan para muy al final. En tiempos de crisis, y cuando los responsables (?) de la administración de lo público se ven que tienen problemas de caja para hacer frente no solo a los gastos corrientes, sino para pagar los intereses de las deudas contraídas, recurren a los más bajos instintos ideológicos para socavar la compostura y la cordura ciudadana, y así enfrentarlos ante los hipotéticos culpables de tanta desdicha y penuria; por ejemplo, la Iglesia.

Ahora, a la izquierda plural y a los chicos del socialismo del progreso se les ha ocurrido, una vez más, atacar a la Iglesia no quemando sus templos, como ya hicieron sus antepasados, sino friéndolos a impuestos. Y son tan originales que han comenzado una campaña de acoso y derribo contra el clero utilizando los medios que mejor dominan, como son la propaganda y la insidia. A ello se prestan ávidos de noticias carroñeras los medios de comunicación más afines, trasmutando en sus páginas o en sus programas televisivos o radiofónicos todo el odio y la animadversión profunda que tienen, sienten y propagan hacia la Iglesia Católica.

Y así salen a la calle, micrófono en mano, preguntándole al personal de turno, que seguramente ya viene cabreado de casa porque no sabe cómo va a afrontar el día, si le parece que la Iglesia debe pagar el IBI; a lo que este responderá con un sí como una catedral de grande, lo que les servirá a los que interpretarán seguidamente la supuesta encuesta como que la inmensa mayoría de los españoles estamos de acuerdo con ello. Lo realmente interesante sería saber si la persona entrevistada sabe, conoce o está debidamente informada de que en España pagar lo que se dice pagar el IBI no lo paga ni dios. Bueno, si exceptuamos a los ciudadanos que tengan un local o una casa.

Por lo demás, habría que señalar que la Iglesia no paga ciertos impuestos, incluido el IBI, porque está exenta en virtud de los Acuerdos del Estado con la Santa Sede de 1979, avalados por el Tribunal Constitucional y respaldados por la mayoría del Congreso y del Senado; así como por la Ley de Mecenazgo, que recoge las exenciones fiscales aplicadas a las diversas entidades sin ánimo de lucro, entre las que se encuentran las sedes de los partidos políticos, las sedes de los sindicatos, las universidades, los colegios, los cuarteles, las comisarías, las fundaciones, las mezquitas, las sinagogas, la Cruz Roja, todas las ONG habidas y por haber, las estaciones de trenes, las cárceles, las sedes de todas las federaciones deportivas, las sedes diplomáticas, edificios y palacios históricos, tanto públicos como privados..., en resumen, que como queda dicho, aquí no paga el IBI ni dios.

Entonces, ¿a qué viene este ataque a una institución tan ejemplar y manifiestamente solidaria como es la Iglesia? Pero, poniendo cada cosa en su sitio, y según los cálculos de los expertos en materia de impuestos, si la Iglesia tuviera que pagar el IBI, y una vez descontados todos sus edificios y monumentos históricos, incluidas las catedrales, lo recaudado por la Administración no superaría los cinco millones de euros, que si los repartimos entre los miles y miles de municipios cabría a la fabulosa cantidad de unos seiscientos euros más o menos.

Por el contrario, pocos medios de comunicación informan a su respectivo público sobre el verdadero negocio de la Iglesia, que suele ser socorrer y ayudar a los más pobres de la sociedad; de hecho, sus diversas actividades, que tienen que ver con lo asistencial, lo cultural y la educación, vienen a ahorrar a las arcas del Estado nada menos que 30.000 millones de euros al año, repartidos de la siguiente forma: 14.000 en sanidad, 300 en asistencia y comedores sociales y 4.000 en educación. Pero, para ser más precisos, si hace tan solo unos años Cáritas socorría y ayudaba a cerca de 400.000 personas, ahora, en plena crisis, va por el millón y medio de personas.

Pero, si quieren más, habría que señalar a estos progres de pandereta que la inmensa mayoría de las personas que acuden a Cáritas lo hacen derivados desde los servicios sociales públicos que no saben, no pueden o no quieren socorrerlos; por otra parte, en el campo de la educación las escuelas católicas atienden a más de 1.200.000 alumnos, que supone un 16% del sistema educativo, siendo el coste medio por alumno de 2.480 euros anuales, que constituye un ahorro comparado con los 5.299 euros de la escuela pública; y esto sin contar con los hospitales, refugios, albergues, hogares de acogida o residencias de ancianos.

Allá cada cual, pero dejando la demagogia aparte, los hechos son tozudos, y mientras pueda y me lo permitan seguiré marcando a la Iglesia con la x, pero del compromiso y la solidaridad.

macost33@hotmail.com