EL PRIMERO es un machango creado por Satoshi Tajiri, Mitsuharo Satoy y Shigeru Miyamoto, que es el que finalmente lo desarrolló como un genio. Como el cerebro creativo de Nintendo, a la que la revista financiera BusinessWeek ha clasificado como la empresa más rentable del planeta. Es el Walt Disney de los videojuegos y un máquina medio trastornado que ha ganado más que merecidamente el premio Príncipe de Asturias de la Comunicación y Humanidades. El creador de "Donkey Kong", las sagas de "Super Mario Bros" y "La leyenda de Zelda" es además inventor de las nuevas consolas, como la Wii, que, al no tener hilos, revolucionó la forma de interactuar con los videojuegos. No solo porque sacó la máquina de la habitación de los niños y la puso en el salón. También porque abandonamos los mandos con botones y jugamos directamente con el movimiento del cuerpo.

Los otros dos tocayos de su creación son reales. Mario Draghi es un centurión romano que fue director ejecutivo del Banco Mundial, vicepresidente por Europa, con cargo operativo, de Goldman Sachs International (cuarto banco de inversión del mundo) y, como tal, uno de los máximos responsables de la compañía cuando asesoró a Kostas Karamanlis sobre cómo ocultar la verdadera magnitud del agujero griego; también exgobernador del Banco de Italia, partícipe en las decisiones que afectaron a las dos mayores empresas públicas italianas y llevaron a la liquidación del IRI o la privatización de ENI, de la cual Goldman Sachs adquirió todo el patrimonio inmobiliario. Ahora ocupa el sillón de presidente del Banco Central Europeo (BCE) en sustitución de aquel famoso cancerbero Jean-Claude Trichet. Nada menos que un transalpino al mando de la maquinita de hacer dinero; qué peligro. La realidad es que aparenta estar más dirigido que el mismísimo Super Mario; es normal, su papel es el de dar la cara y mantener la figura, lo demás lo controla el núcleo duro de la Unión liderado por Angela Merkel.

El tercer Mario es al que llamaron tecnócrata porque, nombrado primer ministro y ministro de Economía de su país, por su reconocida trayectoria económica en el seno de las instituciones de la Unión Europea y su no afiliación partidista, se le encargó implementar en Italia las reformas y medidas de austeridad exigidas por Europa. Y de momento lo hace a pies juntillas. El profesor Mario Monti fue también director europeo de la Comisión Trilateral, un "lobby" de orientación neoliberal fundado en 1973 por David Rockefeller. Asimismo, miembro de la directiva del Grupo Bilderberg, presidente de Bruegel. Monti fue también asesor de The Coca-Cola Company y de Goldman Sachs, ¡qué casualidad!, durante el mismo período en que esta compañía ayudó a ocultar el déficit del Gobierno heleno del líder antes citado del partido Nueva Democracia, que a su vez era el sobrino de Constantinos Karamanlís, anteriormente primer ministro griego durante catorce años y presidente de la República Helénica durante otros diez.

Y uno no sabe cuál de ellos es más de ficción; los perfiles de los tres mezclados pueden representar la irrealidad y la falta de suelo en la que vive la economía en este momento.

El euro da la impresión de ser un cepo que trincó a los de abajo en beneficio de los de arriba; la gangrena del sector financiero es un videojuego de emociones desatadas que tiende siempre hacia el esperpento imposible. Dicen que España no ha sabido sanear la banca a tiempo, cuando en EEUU hablan ahora de que la manzana podrida sigue en el cesto. Se ha visto con lo de Facebook, el rol de Morgan Stanley, así como las enormes pérdidas de JP Morgan apostando con su propio dinero, que ponen de nuevo de relieve las suspicacias sobre la forma de actuar de la banca de inversión, especialmente después de haber tenido que ser rescatados con cientos de miles de millones de dólares. Casi cinco años después del estallido de la crisis financiera, y tras varias promesas de reforma, la gran banca estadounidense parece no haber cambiado. Es más, se podría argumentar que ha mejorado su posición, ya que el mercado asume que siempre habrá un rescate para ellos, lo que les permite financiarse más barato que sus competidores más pequeños y "peligrosos".

No han rectificado y aumenta el temor de que esto vaya a acabar como cada vez que he jugado a Super Mario: mal.

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