AL MENOS visión de futuro y sentido de la justicia. Pero, ¿ve usted?, las noticias demuestran que no es nada fácil eso del liderazgo. "El elegido nace ungido para el ejercicio del poder", dicen desde la poltrona, y qué suerte la nuestra. Y es que solo unos pocos atesoran el "conocimiento ancestral" que se trasmite de generación en generación para actuar como jefe de la tribu. Unos afirman que se hereda en los genes. Otros, que el individuo suma las experiencias de cada vida en una rueda de rencarnaciones concatenadas; creen en la evolución de la persona como un continuo en el que nacer y morir son hitos que nos transportan de lugar o de cultura; un cuerpo prestado, de usar y tirar, para perfeccionar nuestra psique.

Hablamos del sentido común, de escuchar, de razonar, de encontrar una solución simple a cualquier problema, de saber decir que no, de mantener presente el interés general. Conocerá a alguien, al menos, que cultive enormes habilidades sociales, con la que da gusto debatir sobre cualquier asunto, que desprende química personal, que muestra autoridad sin un aspaviento, que en las reuniones todos atienden y respetan, que siempre aporta, sin conflicto, sin que medie acción alguna, liderazgo natural, que llaman. Hay algo místico, es cierto.

Civilizaciones, familias o empresas avanzan cuando encuentran este tipo de líder que comprende, que propone lo que hay que hacer, que se adapta a los cambios. Y no me refiero solo a ese guía principal al que le confiamos nuestro destino, que también, sino a esos tantos anónimos e imprescindibles, cada uno en su pequeña parcela, que facilitan, que unen y que le sonríen a su suerte cada día. La sabiduría, fruto del aprendizaje y del entrenamiento, como defensa frente a las amenazas del lado oscuro, que las hay y muchas.

Por lo tanto, sería una opción inteligente -en todos los ámbitos, incluida la gestión de lo público- tratar de contar con individuos con altas capacidades, líderes natos o innatos en su nivel de responsabilidad que cohesionen los equipos y nos simplifiquen la vida. Y no me refiero solo a las cuestiones de índole económica, que también, sino a nuestro propio crecimiento personal y profesional y al hallazgo de sentido a nuestra mundana existencia, tengamos previsto rencarnarnos o no.

Encontrarlos es más fácil de lo que puede parecer, porque para eso estamos dotados todos, para discernir entre verdaderos y oportunistas. La intuición es una herramienta muy potente cuando nos fiamos de ella. Para las cuestiones importantes elija líderes solventes, no tema rodearse de mejores que usted, apóyese en ellos y saldrá reforzado, mi capitán.

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