Las enfermedades neurodegenerativas constituyen una de las principales causas de la incapacidad en la tercera edad, patologías que se esperan vayan en aumento en los próximos años debido a que la esperanza de vida del ser humano es cada vez mayor. El Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Neurodegenerativas (Ciberned) estima que en España alrededor de 800.000 personas padecen alzhéimer o párkinson, patologías que a pesar de no tener una cura sí pueden ser tratadas para mejorar la calidad de vida de quienes conviven con ellas.

En este sentido, la Unidad de Párkinson del servicio de Neurología del Hospital Universitario Nuestra Señora de Candelaria (HUNSC) en Tenerife atendió en 2011 a 89 pacientes nuevos y realizó un total de 679 consultas de seguimiento, en las que se ofrece un tratamiento personalizado y adaptado a las condiciones particulares de cada enfermo.

El párkinson aparece cuando un grupo específico de neuronas involucradas en el control del movimiento y localizadas en la sustancia negra par compacta degeneran de forma precoz y progresiva, y como consecuencia disminuyen los niveles de dopamina, provocando una disfunción en la regulación de las principales estructuras cerebrales implicadas en el control del movimiento, causando, en primer lugar, lentitud en la ejecución de movimientos y dificultades para llevar a cabo acciones cotidianas como, por ejemplo, escribir o utilizar los cubiertos.

"Es una enfermedad de causa desconocida", explica la doctora Susan Lorenzo, neuróloga y responsable de la Unidad de Párkinson del servicio de Neurología del HUNSC.

"En la actualidad no tiene cura pero se ha investigado muchísimo en este campo de manera que, con un diagnóstico precoz, se pueden ofrecer tratamientos que mejoran la calidad de vida de los pacientes".

La prevalencia de la enfermedad de Parkinson es similar en hombres y mujeres. Suele aparecer a partir de los 60 años, no obstante, los estudios más recientes reflejan que un 10% de los pacientes con esta patología tiene menos de 50 años y un 1% debuta antes de la cuarta década de vida. Entre un 10 y un 15 por ciento de enfermos presenta un componente genético y, por tanto, hereditario, según las últimas investigaciones. Además, el 40% de pacientes con párkinson presenta depresión antes o durante la enfermedad.

Si bien es cierto que uno de los síntomas más significativos y visibles del párkinson es el temblor que aparece en un lado del cuerpo, "lo cierto es que existen otras señales que indican, si se valoran en conjunto, que se está frente a esta patología neurológica, como la lentitud en los movimientos a la hora de manejarse en situaciones de la vida cotidiana", explica Lorenzo.

"Debe hacerse hincapié en que el párkinson también lleva consigo otros trastornos no motores que pueden preceder a la sintomatología motora y alterar aún más la calidad de vida que la propia sintomatología motora, como la depresión o los problemas cognitivos, entre otros", concreta Lorenzo.

Los profesionales sanitarios, primero en Atención Primaria y luego los neurólogos, deben abordar numerosos aspectos para llegar a un diagnóstico certero, de manera que así puedan contribuir a un diagnóstico precoz de la enfermedad.