El hombre que hace un año acabó con la vida del vigilante de la obra del Castillo de Mata, en Las Palmas de Gran Canaria, cuando este lo sorprendió robando cable de cobre, alegó ayer ante un tribunal de jurado que solo se defendió y que el guarda intentó matarlo a él con un pico.

El acusado, para quien el fiscal solicita una pena de 14 años de prisión por un delito de homicidio y un año de cárcel por tentativa de robo, manifestó en la Audiencia de Las Palmas que no tuvo otra opción, pues o lo mataba el vigilante a él o al contrario, si bien a preguntas de su defensa admitió que también pudo marcharse.

El imputado, Ramón M.G., que cuenta con numerosos antecedentes penales y una condena de robo con violencia, sostuvo que hubo un forcejeo entre ambos, que cayeron al suelo y después golpeó al vigilante en la cara con sus propias manos, con los nudillos, aunque no sabe cuántos golpes le propinó.

Después, en lugar de huir, se quedó junto al vigilante y pidió auxilio, señaló el acusado, cuyo relato difiere de los expuestos por la acusación pública y particular al jurado. Según el fiscal Pedro Gimeno, el procesado "destrozó la cara" al vigilante con unos listones metálicos tras una discusión entre ambos, después de que el guarda tratara de que depusiera su actitud al haberlo sorprendido robando en la obra.

El procesado manifestó estar arrepentido de lo que hizo esa noche, en la que, según relató, actuó como si fuera otra persona, pues "estaba colgado de pastillas" Tranquimazín, ya que se había tomado entre cinco o seis comprimidos. Los policías que le detuvieron explicaron al tribunal que el acusado intentó hacerse pasar por el vigilante de la obra.

La defensa del acusado sostiene que o bien el vigilante actuó en defensa propia o fue un homicidio involuntario, por lo que pide una pena de un año de prisión por estos hechos y otro año de cárcel por el delito de tentativa de robo.

La acusación particular eleva la pena a 25 años de prisión.