Hace más de año y medio que en el intercambiador de transportes de Santa Cruz de Tenerife está funcionando un taller para la reparación de las guaguas con que cuenta la empresa pública Transportes Interurbanos de Tenerife S.A. (Titsa). Se da la circunstancia de que dicha instalación no cuenta con la preceptiva licencia de apertura, según todas las fuentes que fueron consultadas ayer por este periódico.

El taller de reparación de vehículos ocupa una parte de la zona interior de la planta inferior del Intercambiador de la capital, una edificación cuya gestión le corresponde a la empresa de transporte público del Cabildo de Tenerife por cesión del Gobierno de Canarias, administración titular del complejo.

Se da la circunstancia de que Titsa dispone de unas instalaciones propias en la zona de Cuevas Blancas. Inauguradas el 30 de abril de 2002, cuentan con una superficie de 25.833 metros destinados a la reparación y conservación de la flota. Además, el moderno taller cuenta con 4.670 metros cuadrados para el estacionamiento de una buena parte de los vehículos urbanos de Titsa.

El mejor de Canarias

Precisamente durante ese acto inaugural se dejó claro que "este taller es, sin duda, el mejor de Canarias", en palabras del entonces director general de Transportes del Gobierno de Canarias, Francisco Zumaquero. El mismo insistió en la importancia de mantener en buen estado la flota de guaguas con la que cuenta la empresa y, en este sentido, alabó las características del nuevo local, "con una amplia superficie y tecnología punta", señaló.

El complejo de Cuevas Blancas, sede central de Titsa, cuenta con una planta de chapa con los últimos adelantos en materia de tratamiento de estructuras de fibras, túneles para pinturas y secado rápido. También está dotado con puestos de detección electrónica de averías, chequeo automático y analizadores de rodaje de los motores.

El proyecto, que supuso una inversión de 15.800 millones de euros, es obra de Construcciones y Contratas.

En la planta superior, sobre los talleres, se encuentran las oficinas, en un local de unos 4.400 metros cuadrados, en las que se centralizan las tareas administrativas.

Estas instalaciones suplieron a las que la empresa de transporte público, entonces en manos del Ejecutivo regional, tenía ubicadas en El Mayorazgo -enfrente del cementerio de Santa Lastenia- y en la calle Marqués de Celada, ambas ocupadas bajo la modalidad de alquiler.

En aquél momento, hace ya más de una década, se explicaba desde la Gerencia de Titsa que "el futuro intercambiador de transportes de Santa Cruz se concibe como una gran infraestructura que posibilitará a los usuarios, tanto del vehículo colectivo como del privado, el movimiento por la ciudad". Un recinto que se concebía "como un lugar de tránsito potente al que se podrá acceder en guagua, en coche o en tranvía. Además, contará con varias plantas de aparcamiento para dejar el vehículo privado".

La realidad actual es que la empresa ha optado por disponer de parte de esas instalaciones para la reparación de guaguas, algo que debía realizarse en las dependencias de Cuevas Blancas. Una medida que es cuestionada, incluso, por trabajadores de la compañía.

Cobrando incentivos

Lo mismo ocurre con alguna circunstancia que se registra después de la aplicación del expediente de regulación temporal de empleo (ERE) a partir del pasado día 1. La medida, acordada tras una ardua negociación, conllevó evitar el despido de 117 trabajadores -la mayoría de ellos (103) estaba previsto que fueran conductores- pero supuso la reducción de salarios, el paso de toda la plantilla a la situación de desempleados durante 22 días al año, además de cambios en la jornada laboral y la movilidad de los trabajadores cuando sea necesario.

Curiosamente, al tiempo que la práctica totalidad de la plantilla de Titsa se ve inmersa en esta circunstancia, "sabemos que hay personal de la empresa que sigue cobrando incentivos", algo que no incumple las condiciones pactadas en la aplicación del expediente de regulación temporal de empleo, según reconocieron algunas fuentes sindicales. Lo "grave", para otros trabajadores", es que "las cantidades de esos incentivos alcanzan cifras escandalosas" que no se atreven a confirmar.