Conseguir una cerveza bien tirada de manera que la bebida no pierda ninguna de sus propiedades no siempre es fácil, pero trucos como mojar la copa en agua o dejar tres centímetros de espuma para que no pierda gas ayudan a conseguirlo.

El jefe de restauración de Derby Hoteles en Madrid, Paco Patón, apunta algunas de las claves para tirar una buena "birra" bajo la premisa de que "el mundo de la cerveza es más complicado que el del vino".

Patón considera que se puede elegir como estándar una copa con tallo largo, para no calentar la bebida al sujetarla, y más estrecha en la boca que en la base.

Mojar la copa ayuda, y mucho: no solo elimina cualquier resto de jabón o abrillantador, también contribuye a que la cerveza "resbale" por el cristal a medida que cae y, lo que es mejor, a refrescar el contenido.

"Nunca se debe congelar la copa", afirma Patón, intransigente en este punto porque dice que "acaba aguando la cerveza", que, además, tampoco hay que servir del congelador, sino a una temperatura de entre 4 y 7 grados.

La cerveza hay que echarla, desde el grifo o la botella, en la copa inclinada en un ángulo de entre 60 y 45 grados y, cuando tres cuartas partes del recipiente estén llenas, "enderezar, estrangular el grifo y echar la crema -espuma- en una capa de unos tres centímetros hasta el borde".

La crema es un elemento esencial, que debe permanecer durante todo el tiempo que se esté disfrutando de la cerveza porque impide que pierda gas. La cerveza "se comporta muy bien con casi todos los alimentos, incluso con verduras amargas, tomate, embutidos cocidos y todo lo que lleva vinagre", comenta. Para no errar en la elección y dar con el maridaje adecuado, se puede optar por una de fermentación media.