Muchas veces hemos dicho que el pueblo canario está narcotizado por los españoles. A la metrópoli le conviene una población sumisa, aplatanada, que se deje explotar dócilmente y que, inclusive, contribuya de forma entusiástica a que esquilmen sus recursos. España solo nos quiere para saquear nuestras riquezas. Los peninsulares saben que no somos españoles y nos miran con curiosidad apenas llegamos a un puerto o aeropuerto español y abrimos la boca. Basta con que digamos un par de palabras para que nuestro acento nos delate como canarios. Esa curiosidad que los españoles sienten por nosotros la interpretan algunos canarios, en gran parte debido a su adormecimiento como pueblo o a lo que se conoce como el síndrome de Estocolmo, coma una deferencia de los godos hacia nosotros. Nada más lejos de la realidad. Lo único que sienten es, insistimos, curiosidad ante unos indígenas exóticos llegados de allende los mares, aunque no vistan con taparrabos sino con indumentaria europea. Europeos que tampoco somos, porque no estamos en Europa sino en África aunque nuestra cultura sea europea.

La mejor prueba de lo que decimos son las declaraciones que ha hecho recientemente un alcalde leonés, a las que nos hemos referido en dos de nuestros comentarios; la última, ayer. Dice este edil atrevido que los españoles están "manteniendo una insularidad, unos derechos adquiridos que tienen, que muchas veces dan ganas de que se los lleve el moro, o de vender La Gomera o El Hierro a los alemanes y así evitamos el déficit".

Qué ironía, cuando lo que queremos los canarios es dejar de pertenecer a España, cuanto antes mejor. En realidad, no es que pertenezcamos a España; estamos uncidos a España por la fuerza. Somos esclavos coloniales de los españoles. Es España la que se aprovecha de Canarias y no al revés.

Tenemos que despertar de la narcosis; de un letargo que se prolonga casi seis siglos. Despertar como pueblo, como nación, es precisamente lo que propone un libro editado bajo los auspicios de Alternativa Nacionalista Canaria con el título "¡Canarias despierta! La independencia como solución". Un ensayo que parte de la premisa de que ahora, más que nunca, es necesaria la independencia del Archipiélago canario.

Como informábamos hace unos días, la Asociación por la Libertad de Expresión del Pueblo Canario (Alepc), responsable de la edición de esta obra, considera que Canarias, a pesar de ser una nación con recursos económicos suficientes para estar entre las más ricas del planeta, tiene el futuro hipotecado porque su economía sirve a intereses extranjeros. Esta es una de las razones por las que Alepc considera que hay que tomar las riendas de nuestro país, recuperar la soberanía política y reorganizar la economía en base a nuestros intereses. Coincidimos con esta asociación de patriotas en que debemos poner la riqueza de Canarias en manos de nuestro pueblo para evitar la pobreza, la emigración, los problemas sociales y la incertidumbre y la inseguridad de las futuras generaciones.

Nada podemos hacer, añadimos por nuestra parte, mientras nuestros recursos los rapiñe la Hacienda española, como está ocurriendo con la actual campaña del IRPF, y mientras Coalición Canaria no sea un partido auténticamente nacionalista, sino una formación política que practica el falso nacionalismo para ocultar su carácter de mafia política. Un partido, para más inri, presidido por un necio político. Un individuo aciago que con su ignorancia y su despotismo -siempre políticamente hablando- ha hundido a Canarias en el hambre y la miseria.

Coincidimos igualmente con Alepc en que Canarias es una nación que puede constituirse en estado independiente, de forma que nuestro pueblo pueda disfrutar de sus propios recursos; recursos que hoy vemos, impotentes, como los roban los españoles. No hay derecho a que un pueblo valiente, trabajador, honrado y generoso como lo es el pueblo canario, malviva de las migajas que mendigan en Madrid los políticos de CC como si eso fuese un gran logro. Con la independencia no seremos más pobres sino más ricos. Y, lo que es tan importante o más, viviremos con una libertad de la que ahora carecemos. Seremos libres, tendremos nuestra identidad -que es la de canarios y no la de bastardos súbditos españoles o europeos ultraperiféricos- y nuestra dignidad. Cualquier habitante de una islita independiente es más digno que un canario porque es libre y puede ir por el mundo como nacional de su propio país. En cambio, nosotros tenemos que seguir poniendo en nuestro pasaporte que somos españoles, lo cual es falso porque no lo somos.

Añade la Asociación por la Libertad de Expresión del Pueblo Canario que las mentiras y el miedo que nos han inculcado los españoles ya no se sostienen. Naturalmente que no. Solo los españolistas y los amantes de la españolidad tienen todavía el atrevimiento de decir que estas Islas son una comunidad autónoma española. Mentira. Canarias ni es España, ni es de España. Canarias es de los canarios porque somos los descendientes de los guanches, cuyo sacrificio estamos obligados a respetar y homenajear. ¿Y qué mejor homenaje que recuperar lo que les fue arrebatado a ellos? Los guanches perdieron sus tierras no por falta de valor, ya que resistieron heroicamente a las hordas invasoras durante casi un siglo, sino porque se enfrentaban a espadas, pólvora y corazas que ellos no tenían, amén de a la bellaquería mentirosa de los adelantados.

Siempre hemos dicho que este proceso hacia la independencia sería más fácil si tuviésemos un partido nacionalista fuerte, pero no lo tenemos. Muy a nuestro pesar, CC se ha convertido en una mafia política; en una caterva de bolsilleros a los que no les ha importado traicionar a un pueblo cuyos intereses prometieron defender. Defender un pueblo es luchar por su libertad, pues no hay bien más preciado que la libertad. Por si fuera poco, CC está presidida ahora por el mayor necio político que le ha tocado en desgracia a estas Islas. Un inepto político que ha llevado a la ruina a una tierra antes afortunada. Un político bruto que no acepta la crítica política, al igual que no lo hace la goda política de su esposa.

Esta semana hemos asistido a la vista oral de la demanda que nos ha puesto la señora Mena y dos parientes a cuenta de los llamados papeles de México. Una vez más recordamos que no fue EL DÍA el primer medio de comunicación que aireó este asunto. Antes lo hizo el diario ABC, el portal de Internet Kanarileaks y una emisora local de radio. Contra ninguno de ellos ha procedido judicialmente la señora Mena y allegados. ¿Por qué? ¿Es que sólo le interesa silenciar a EL DÍA porque no le gusta la defensa que hacemos del pueblo canario? ¿O es que quiere conseguir dinero a nuestra costa para terminar el palacio que se están construyendo en El Sauzal, a pesar de que la gente del pueblo no los quiere?

Nos acusa la señora Mena y sus parientes de haberlos insultado. A los parientes difícilmente los hemos podido insultar ya que ni siquiera los conocemos. En cuanto a ella, siempre nos hemos ceñido -y así lo hemos dejado claro hasta el colmo de la reiteración- al aspecto político, nunca al personal. Algo que ella obvia tal vez debido a esa voracidad por el dinero a la que nos referíamos unas líneas atrás. Su voracidad por el dinero y por mantenerse en los cargos y en el poder, al igual que la del mago político de su marido, es tal, que los lleva a los dos a cometer las mayores indignidades, atrocidades y aberraciones políticas que se recuerdan en estas Islas. Qué mal huele todo esto.