El Códice Calixtino, un manuscrito del siglo XII desaparecido hace un año de la catedral de Santiago de Compostela y recuperado hoy en un garaje del sospechoso del robo, puede convertirse en un atractivo icono, como la Gioconda, el diamante Hope o el libro de Kells, robados y recuperados.

El Códice, de 925 folios, del siglo XII, con cinco partes y cuya autoría es atribuida al papa Calixto, apareció hoy envuelto en papel de periódico, dentro de varias bolsas de plástico y aparentemente en buen estado, y fue trasladado por agentes de la Policía cubierto por una toalla blanca.

El viernes, un día después del aniversario del robo, podría regresar a la catedral de la que fue sustraído en circunstancias todavía por esclarecer.

El más valioso documento de la catedral compostelana, que trata de explicar la leyenda sobre la supuesta aparición en tierras gallegas del sepulcro del apóstol, decapitado en Jerusalén, fue "raptado" el 5 de julio de 2011 de la cámara blindada del archivo, donde permanecía guardado.

La desaparición del manuscrito, una joya del patrimonio artístico de incalculable valor histórico, abrió desde el minuto uno una serie de interrogantes sobre la falta de suficientes medidas de seguridad y hasta especulaciones sobre la posibilidad de que hubiera sido un saqueo por parte de expertos, tal vez por encargo de algún misterioso coleccionista.

El Códice contiene un texto litúrgico escrito influenciado por la hermandad de Cluny, propaganda sobre supuestos milagros atribuidos al apóstol, la fábula sobre la traslación de sus restos tras ser decapitado por orden del rey Herodes, la narración sobre el viaje de Carlomagno a Compostela, una guía para el peregrino sobre el Camino francés y un apéndice con cantos litúrgicos polifónicos.

La ausencia del documento sembró desde el inicio una serie de rumores relacionados con las sospechas de que el robo fuese perpetrado por alguien que conocía bien la Catedral, y hasta conjeturas sobre supuestas desavenencias internas en el seno de la Iglesia católica.

Pero el hallazgo de otras joyas de la catedral en posesión del presunto autor material del robo del Códice ha puesto fin, al menos de momento, a los chismes y hasta chistes sobre la desaparición, aunque podría desatar más interrogantes sobre la precaria custodia de esos bienes patrimoniales de gran interés histórico.

El deán de la catedral, José María Díaz, se vio forzado a dimitir de su cargo de responsable del archivo catedralicio después de que algunos medios de comunicación divulgaran que las llaves de la sala en la que se conservaba el manuscrito estaban en la cerradura.

El electricista acusado de sustraer el Códice, tras un cuarto de siglo trabajando para la catedral, deberá explicar ahora las circunstancias y las razones de la aparición en su garaje de esa y otras joyas, así como de dinero en efectivo.

Al igual que algunos miembros de su familia, que son considerados cómplices.

No obstante, es probable que el manuscrito medieval, que durante siglos ha permanecido en la sombra, excepto para una minoría de clérigos, nobles e investigadores, pueda convertirse ahora en un reclamo de primera magnitud, como otras obras robadas.

Hay una larga lista de museos, archivos y pinacotecas que, tras ser víctimas de robos de algunas de sus joyas principales, han constatado luego que esas piezas se han convertido en uno de los mayores atractivos para los visitantes, ávidos de conocer detalles sobre esas reapariciones nada milagrosas.

Entre esas obras destacan el famoso lienzo de "La Gioconda", de Leonardo Da Vinci, desaparecido hace ahora un siglo del museo del Louvre en París; el diamante Hope, que alberga el museo Smithsonian, con una larga lista de supuestas maldiciones, o el libro de Kells, robado en el siglo XI y que exhibe actualmente la Universidad Trinity College de Dublin.