La producción de alimentos locales representa, sin duda, un papel destacado en el mantenimiento y desarrollo del sector primario, así como en el impulso de la singularidad de un destino turístico, un renglón que en el caso de Canarias adquiere un evidente protagonismo. Y es que el consumo de este tipo de productos contribuye a fomentar la identidad del destino, con el consiguiente incremento de beneficios económicos que esto supone.

En este sentido, la nave de producto local ubicada en Mercatenerife, que ocupa 5.905 m² y aglutina hasta 404 puestos, es el ejemplo de un espacio que garantiza la puesta en contacto, en el mismo espacio físico, de un gran número de ofertantes y demandantes, además de la creación y potenciación de empresas familiares. En este espacio los agricultores, en su mayoría pequeñas empresas agrarias, siguen siendo los verdaderos protagonistas de la comercialización del producto hortofrutícola local.

El resultado es un mercado cercano, transparente y competitivo, donde la relación libre hace aflorar un precio ajustado que se ofrece mediante un sistema de publicación del precio en tiempo real, visible en pantallas.

Tradicionalmente el mercado hortofrutícola, en particular el de producto local, ha operado de madrugada, por la necesidad del comprador de tener a primera hora del día el producto fresco y disponible para la venta, y de ahí su horario, de 4:00 a 9:00, martes y viernes, y de 5:00 a 9:00, lunes, miércoles y jueves.

"Es el pulmón del mercado", afirma la gerente Elena Casas, mientras una agricultora, Carmen Toledo, muestra el azafrán canario de La Palma y unos pimientos que dice son únicos. La fruta y las verduras asoman a uno y otro lado, bien dispuestas a la vista y al peso.

En este sentido, los restaurantes que ofrecen platos elaborados con materia prima local ayudan a tomar conciencia de la originalidad de un destino turístico. Y es que cuando relatan a sus clientes cómo se elaboran los productos y cuál es su origen, la gastronomía ya no es simplemente esta comida o aquella bebida, sino que se transforma en una historia personalizada sobre la vida local. De esta manera, el hecho de experimentar la herencia de las tradiciones agrícolas locales añade un elemento diferenciador al rico recetario isleño y contribuye, además, a conservar los valores paisajísticos que, paradójicamente, retroalimentan al principal sector de la economía canaria.

El producto local, la mejor materia prima, de la huerta a la mesa.