El telescopio espacial "Euclid" de la Agencia Espacial Europea (ESA) retrocederá unos diez mil millones de años en el tiempo para ver cómo se ha estructurado el Universo, explica a Efe el astrónomo Rafael Rebolo, codirector de la participación española en esta misión.

Rebolo, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y del Instituto de Astrofísica de Canarias (CSIC-IAC), indica que el objetivo principal de ese satélite, que se prevé lanzar al espacio en 2020, es establecer cómo ha evolucionado la estructura del Universo según se iba expandiendo.

El Universo está en expansión, y la sorpresa de la última década ha sido constatar que esa expansión es acelerada, lo que refleja la existencia de una forma de energía en el Universo previamente desconocida, la energía oscura.

Los científicos quieren averiguar si la energía oscura evoluciona con el tiempo y determinar sus propiedades, algo que no es fácil de establecer en los laboratorios terrestres y que requiere el estudio del Universo a gran escala y analizar cómo ha sido su evolución con el tiempo.

El telescopio espacial "Euclid" estudiará los dos últimos tercios de la historia del Universo para establecer si la energía oscura ha tenido un papel tan relevante en el pasado como el que desarrolla ahora.

El satélite rastreará miles de millones de galaxias en el óptico y en el infrarrojo durante cinco años para estudiar el impacto que la materia y la energía oscuras han ejercido en el Universo, expone Rafael Rebolo.

Según el investigador, colocar un conjunto de telescopios en la Tierra para hacer la misma exploración del cielo llevaría, en el mejor de los casos, a un proyecto de investigación de cientos de años por las limitaciones que la atmósfera terrestre impone a la observación infrarroja.

El telescopio "Euclid" tomará cada media hora una imagen de una región del cielo de un tamaño aparente comparable al de la Luna llena, y lo hará con una sensibilidad extraordinaria que permitirá identificar decenas de miles de galaxias en cada región. Con miles de estas imágenes se construirá un mosaico que conformará el mapa del Universo más grande jamás obtenido, agrega Rebolo.

Las galaxias se clasificarán según su morfología y se medirán sus velocidades. Según la ley de Hubble, esas velocidades proporcionan una medida de distancia, con lo que se logrará un mapa del Universo en tres dimensiones.

La previsión es que los científicos comiencen a recibir datos en 2020 y que la exploración dure al menos cinco años, pero se necesitarán otros tantos años para realizar el análisis de los datos y extraer conclusiones.

En este proyecto de cartografiado de dos mil millones de galaxias participarán unos mil científicos de más de cien organismos. En el caso de España participan investigadores de siete instituciones y, entre ellas, el IAC, la Universidad Politécnica de Cartagena y el Instituto de Ciencias del Espacio en Cataluña contribuyen de forma directa a la construcción de la instrumentación infrarroja que va a bordo del satélite.