REPASO de actualidad televisiva compilado de varios medios informativos, tanto impresos como digitales: "En apenas una semana, la televisión pública valenciana y la madrileña se han visto azotadas salvajemente. La primera, por un ERE que afectará al 76% de su plantilla; la segunda, por las noticias dadas sobre una supuesta quiebra técnica que el ente se ha apresurado a desmentir. En un momento en que España se aprieta el cinturón más que nunca, las arcas públicas se siguen viendo afectadas por el mismo mal: el despilfarro de las televisiones autonómicas". ¿A qué nos suena esto? Pero sigamos.

"El caso de la Radio Televisión Valenciana es uno de los más flagrantes. Con una deuda de 1.300 millones de euros y unos costes anuales para los valencianos de 124 millones, posee tres cadenas, una emisora de radio y una Web con una plantilla de 1.695 trabajadores. Después del ERE, 1.295 personas se irán a la calle. Por su parte, la pública de Madrid tiene una plantilla de 1.175 empleados que trabajan para Telemadrid, La Otra, la emisora Onda Madrid y la Web. Con una deuda de más de 250 millones de euros y un coste anual de 169 millones, el ente emitió esta semana un comunicado en el que afirmaba que no existe quiebra técnica". Bueno, si para el Gobierno los rescates de Bruselas son simples ayudas, ¿por qué hemos de empeñarnos en llamar quiebra -técnica o lo que sea- a lo que es una simple bacanal financiera?

Este resumen, aparecido en Periodista Digital, incluye más datos. Los omito para no provocar depresiones colectivas. Tan solo añado lo que se dice de TelePaulino: "Por último, la Televisión Canaria... tiene un presupuesto de 37 millones de euros al año y 75 empleados". Ayer nos enterábamos que uno de esos empleados se llama Rubén Fontes, casualmente actual secretario de Organización de Coalición Canaria en Las Palmas; entiéndase en Gran Canaria, como dicen los canarios más grandes del mundo y parte del extranjero. Antes de asumir este cargo, Fontes era secretario de Comunicación del comité local de Coalición Canaria en Las Palmas. Un detallito -lo reitero- sin ninguna trascendencia. ¿O sí?

Personalmente no me importa que en este país haya una miríada de televisiones públicas onerosas e inservibles para cualquier otro fin que no sea el autobombo del nacionalismo periférico. Al contrario: como profesional que vivo de los medios de comunicación, cuantas más empresas de este tipo, mejor. Eso sí, siempre que se le diga al contribuyente cuánto cuestan esas televisiones y las correspondientes radios, y que se le informe, asimismo, sobre el porcentaje de sus impuestos que se dedica a mantener semejante tinglado. O, ya que estamos en tiempos de recortes, que se le explique a la ciudadanía cuántos profesores ha habido que dejar en casa -un contrato no renovado equivale a un despido-, cuántos quirófanos ha habido que cerrar y a cuántas personas dependientes ha habido que dejar de atender -o atender de peor manera- para que Willy García y sus compadres sigan cobrando suculentos salarios por cantar las glorias de su jefe, el inefable Paulino Rivero. Tal ejercicio de transparencia -palabra muy de moda, por cierto- sería jugar limpio con la gente; lo que se está haciendo, no.

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