María de los Remedios Barreto Perera, la mujer asesinada en Tegueste el día 20 de este mes, y el presunto autor de su muerte, Mateo Perera Gómez, se conocían desde niños. De hecho, eran primos hermanos y las casas de sus respectivas familias estaban muy cerca. Mateo tenía seis años más que su víctima.

Un familiar muy próximo a Remedios relata que ambos comenzaron su relación sentimental cuando la mujer aún era una adolescente, apenas 15 o 16 años. Y, al poco tiempo, se casaron y tuvieron a su primera hija, que hoy tiene 24 años.

Dicha fuente familiar comenta que los maltratos padecidos por Remedios empezaron muy pronto, cuando aún residían en una vivienda alquilada del núcleo de Pedro Álvarez, en Tegueste.

La pareja afrontó entonces el proyecto de adquirir un terreno para edificar una casa propia. Ese suelo les costó hace más de 20 años unos dos millones de pesetas de entonces (12.000 euros). Ante la dificultad de pagar la edificación y el alquiler de una casa para residir mientras duraban las obras, el matrimonio fue acogido por una tía, primero, y por el padre de Mateo, después. Sin embargo, la convivencia de Mateo con ambas personas no fue fácil, según varias fuentes.

Agresiones

Al final, acuden a residir a un lugar muy próximo a donde construían la casa, en la calle del Infierno. Según fuentes familiares, en dicho enclave, María de los Remedios sufrió importantes agresiones físicas y psíquicas. Fuentes familiares relatan que el carácter violento e impulsivo en algunos momentos de Mateo, así como sus fuertes celos, convirtieron la relación sentimental en un calvario para la mujer. De hecho, hace ocho o nueve años, Remedios se atrevió a denunciar los hechos porque ya no aguantaba más.

Sin embargo, según un familiar de la víctima, Mateo comenzó a seguir a la que aún consideraba su esposa y trató de convencerla para volver a vivir juntos, tras prometerle que iba a cambiar su actitud, así como invitarla a cenar o a ir al cine, por ejemplo.

Algunos meses después, empezaron a convivir de nuevo. Pero al poco tiempo volvieron las agresiones hacia Remedios. En un determinado momento, la hija mayor se independizó y tuvo un hijo con su pareja. Ese niño tiene hoy cuatro años.

La víctima y su presunto agresor se separaron definitivamente el pasado mes de febrero. Remedios trabajaba en la Fundación de la Construcción en La Cuesta y alquiló un piso en Bajamar para residir. Además, la mujer siguió limpiando casas para aumentar sus ingresos. Sin embargo, pagar el alquiler y la hipoteca de la casa le resultaba excesivamente costoso. Y pensó en la importancia de finalizar la vivienda que empezó con su expareja hace dos décadas.

Principio de acuerdo

Hace varias semanas, Mateo y Remedios llegaron supuestamente a un principio de acuerdo, según el cual, la mujer se quedaba con la vivienda edificada por ambos en la calle del Infierno y el hombre, con el todoterreno Nissan Navara.

Según una persona del entorno de Remedios, la víctima había empezado a rehacer su vida sin Mateo; acudía a actividades de ocio y trataba de disfrutar de su tiempo libre. Pero, según ese familiar, Mateo seguía vigilándola en el entorno de su puesto de trabajo, "pues los celos lo devoraban". Y ese sentimiento "envenenado" supuestamente creció al quedarse sin la ayuda gubernamental por el paro.

Dos días antes de que falleciera, Remedios le confesó a una persona de su confianza que iba a pedir una orden judicial de alejamiento, porque temía que algo terrible le podía pasar. Y ese presentimiento se convirtió en trágica realidad.