El diplomático ghanés Kofi Annan reveló ayer que su decisión de renunciar como enviado especial de la ONU para Siria responde a la imposibilidad de dar los pasos necesarios que conduzcan a un acuerdo político que ponga fin a la crisis en el país árabe.

En una rueda de prensa ofrecida en Ginebra, Annan arremetió, asimismo, contra la comunidad internacional y su división a la hora de buscar una solución a 17 meses de conflicto armado que ha segado la vida de más de 12.000 personas.

"Es imposible para mí o para cualquier otra persona convencer al Gobierno y a la oposición de dar los pasos necesarios para abrir un proceso político. Por esta razón, he informado al secretario general de la ONU (Ban Ki-moon) de que no tengo intención de mantener mi misión cuando expire a finales del mes de agosto", explicó.

"Como enviado especial (de la ONU y de la Liga Árabe) no puedo querer la paz más que los protagonistas, más que el Consejo de Seguridad (de la ONU) o más que la comunidad internacional", agregó el diplomático.

Annan consideró, no obstante, que "Siria todavía puede ser salvada de la peor de las calamidades", aunque para ello depende de que "la comunidad internacional muestre el liderazgo necesario".

"No he recibido todo el apoyo que la causa precisaba (...). Existe división entre la comunidad internacional y esto es algo que no facilita la tarea del mediador", se lamentó el ex secretario general de la ONU, quien aseguró que seguirá trabajando desde Ginebra hasta el 31 de agosto.

Cinco meses después de aceptar la misión mediadora por encargo de la ONU y la Liga Árabe, Annan se despidió leyendo una declaración en la que explicó que aceptó asumir "lo que algunos llamaron ''misión imposible''", porque era "un deber sagrado hacer lo que pudiéramos para ayudar al pueblo sirio a encontrar una solución".

"La severidad y el coste humanitario del conflicto, así como la excepcional amenaza que representaba para la paz y la seguridad internacional justificaron los esfuerzos para buscar una transición política, por difícil que fuera el desafío", declaró.

La creciente militarización sobre el terreno y la falta de unidad de la comunidad internacional, representada por la falta de unanimidad en el Consejo de Seguridad de la ONU, son los elementos principales que le han llevado a tomar la decisión de dimitir.

Annan fue especialmente crítico con los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU (China, Rusia, EEUU, Francia y el Reino Unido), a los que acusó de "apuntarse con el dedo e intercambiar descalificaciones cuando necesitábamos acciones".