"La historia la escriben los triunfadores con un determinado perfil: hombre y de mediana edad. Los demás, léase mujeres, niños, ancianos, etcétera, se quedan siempre fuera de campo. Haría falta completar las enciclopedias con ellos, pero no con una addenda, sino con nuevas aportaciones en cada uno de los volúmenes". Lo afirma Dailo Barco Machado, joven sociólogo tinerfeño que junto a sus compañeras Estrella Monterrey y Ana Pérez Pinto ha codirigido el documental "Viudas Blancas", centrado en los testimonios de seis mujeres de La Palma, de entre 74 y 81 años, a las que sus maridos dejaron en la isla para emigrar a Venezuela. La experiencia de este trabajo lleva a Dailo a una reflexión: "Gran parte de la historia reciente de Canarias está todavía por escribir".

¿Por qué surge este proyecto?

Nos conocimos los tres en la Universidad de La Laguna, donde terminamos la carrera de Sociología y luego coincidimos en Barcelona para hacer el postgrado. Nos sentíamos un poco emigrantes y pensamos que debíamos devolver algo a nuestra tierra. Estrella es palmera, conocía por referencias historias parecidas a las del documental y tras contactar con María Victoria Hernández, abogada y cronista oficial de Los Llanos de Aridane, nos lanzamos a hacerlo.

¿Cómo fue el rodaje?

Queríamos unir los conceptos de historia y género; por eso contactamos con los profesores de la ULL Manuel Hernández y María Eugenia Monzón. Comenzamos a grabar en diciembre del año pasado y acabamos en febrero tras veintidós días de rodaje. Recabamos unos veinte testimonios de "viudas blancas", pero al final elegimos seis, cinco directos de mujeres y uno de un hijo. El resultado fue un documental de 86 minutos que estrenamos en marzo pasado en el Museo Benahoarita de Los Llanos de Aridane con el patrocinio del Cabildo de La Palma.

¿La historia la siguen escribiendo los triunfadores?

Está claro que sí. No hay nada escrito sobre la emigración de estos hombres a América, muchos de los cuales no volvieron nunca. Sus mujeres siempre esperaban con incertidumbre una carta o una señal de vida. No eran ni solteras ni casadas ni viudas.

¿Qué acogida tuvo el documental en el TEA y el Aguere?

Extraordinaria y emocionante porque las migraciones forman parte de la identidad de los canarios y más aún en islas como La Palma o El Hierro. Eso toca la fibra. Muchos espectadores vieron reflejadas sus propias historias familiares en estos testimonios. Se creó un feed back entre aquellos tiempos tan duros de la postguerra y los actuales. También destacó la valentía de estas mujeres por atreverse a relatar y sacar de la intimidad historias de trabajo y superación.

¿Recuerda algún testimonio especialmente impactante?

Una de las señoras conoció a su marido con quince años y en quince meses se casó y tuvo un hijo. Él emigró gracias al dinero de la familia de ella y nunca volvió. En Venezuela tuvo mujer, hijos y nietos, pero cuando ella presentó la demanda de divorcio le mandó una carta para volver. Mi impresión es que esta mujer sigue enamorada de aquel hombre. Fueron grandes dramas que sus personajes han dotado de un cierto humor negro para poder sobrellevar.

¿La tradición oral es una asignatura pendiente en Canarias?

Las cartas, las fotos o las décimas esperan dentro de las latas de galletas de los abuelos para salir a la luz. Me atrevería a decir que gran parte de la historia reciente de Canarias está por escribir y que este es uno de los sitios del mundo con más carencias en este sentido. Sobre todo en lo social y en la época contemporánea porque el poder ha silenciado muchas voces.

¿Algún proyecto en común?

Lo primero es llevar el documental a los catorce municipios de La Palma y luego al resto de las islas. Queremos hacer más cosas juntos, aunque cada uno tiene sus ocupaciones Somos tres jóvenes en paro, pero ilusionados, que creemos en la autogestión.