SUMA y sigue. La incapacidad de quien tiene en sus manos el Gobierno de Canarias es cada día más patente. Primero manda a su subalterno Barragán a decir aquello de que nos tratan como a una colonia, y lanza una amenaza difusa: "Y las colonias se pierden". Todo ello a propósito del límite que le impone el Estado a Canarias para endeudarse y gastar el próximo año en sus presupuestos. Pero al día siguiente, Paulino Rivero aprueba con su Gobierno que esos presupuestos se ajusten a los corsés que le impone el Estado y que el día anterior eran inadmisibles.

Por otra parte, el domingo pasado dijo que, de exigirle el Gobierno de Rajoy los sacrificios que le exige -los mismos que ya ha asumido-, habrá que cerrar hospitales y colegios en las Islas. Verán como pronto, tal vez hoy mismo, dice que no habrá que cerrar nada. Y lo hará porque, de la misma manera que alarmando a la población con sus primeras declaraciones cree que gana su imagen como defensor del interés de los canarios, también está convencido de que es positivo para él salir a la palestra para tranquilizarlos después. Por simple y absurdo que parezca, esa es la estrategia que viene empleando desde hace ya bastantes meses Paulino Rivero. No sabe qué hacer; lo único que sabe es que la inacción, el silencio o la sensación de vacío son lo peor para un gobernante que aspire a seguir mandando, así que hay que hacer algo, aunque, como pasa ahora, no tenga ni idea de qué debe ser ese algo. Y en esa desorientación de nefastas consecuencias lo acompaña, y hasta seguro que le asesora, su esposa, cuyas aptitudes como gobernante también están quedando en tela de juicio en el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, donde es concejala.

Ahora, Rivero no se aclara con los hidroaviones. Dice, y es verdad, que el Archipiélago necesita algún aparato con base permanente aquí, para que no tenga que venir de la Península, con muchas horas por delante de viaje mientras el monte se quema. Pero José Manuel Soria, ministro canario, pero que nada tiene que ver con los incendios forestales, viene a desmentir esa aparente preocupación cuando asegura que el Gobierno de Rivero esperó hasta la madrugada del domingo pasado para pedir los hidroaviones, cuando el sábado, a primera hora de la tarde, su necesidad estaba clara en La Palma y La Gomera.

Ante estas continuas muestras de incompetencia presidencial las redes sociales bullen en críticas y ataques a la pareja, a la que solo le quedan dos cosas: el apoyo desganado, y por interés, de sus socios de gobierno -los socialistas- y la televisión autonómica, de escasa calidad y peor credibilidad, como esa radio que ellos llaman "Nacional", cuando no creen que Canarias sea una nación. Medios que consumen millones de euros, mientras los isleños pierden la educación, la sanidad y los servicios sociales. Ya está bien. Que se suspendan sus emisiones, al menos mientras el pueblo pase tantas penurias. Y después... ya veremos si merece la pena reabrirlas. Y no estamos exagerando. Estamos en una economía de guerra, al menos en la empresa privada, ¿por qué no va a estarlo también la pública? Y si los gobernantes canarios hacen caso omiso de lo que es un clamor popular, que algún fiscal, de oficio, tome cartas en el asunto y los ponga en su sitio.

La única esperanza que queda para evitar el naufragio hacia el que lleva al Archipiélago este presidente sin rumbo es Fernando Clavijo, el líder del sector crítico de Coalición Canaria, aunque evidentemente no le guste esa etiqueta que debilita a la formación que quiere salvar. Pero, poco a poco, con discreción, Clavijo y quienes lo apoyan tratarán de evitar los desvaríos políticos de un Rivero desnortado, desorientado, y a punto de pedir el rescate del Estado para las Islas. Y, de paso, esperamos, por el bien de todos, que le hagan ver el disparate que supone su intención de volver a ser candidato de CC a presidente del Gobierno en 2015 con el apoyo de las islas orientales, donde el partido apenas tiene presencia y fuerza electoral.

Clavijo, con una visión mucho más audaz, moderna y, al mismo tiempo, patriótica del nacionalismo, es la persona llamada a liderar un proceso que ya está en marcha, pero que requiere acelerar los tiempos. La transición no se puede forzar, pero tampoco le queda tiempo a Canarias para agotar los plazos que imponen unas leyes hechas en la metrópoli. Alguien debería ir soplándole a Rivero a la oreja que su tiempo hace tiempo acabó y que, cuanto más prolongue la agonía será peor para él y para los canarios a los que dice defender. Y, de paso, que se lleve con él a su consorte.