PORQUE no creo que sea por falta de ideas. Insisten en el viejo modelo del convenio para limpiar carreteras, iniciativa que solo maquilla las cifras -los elegidos solo cambian de lista-, retribuciones que se sufragan con dinero público, dinero que escasea porque no recaudan suficiente, y no recaudan porque la actividad económica está estancada, un callejón sin salida. Aunque esto del estancamiento no debe de ser cierto: el propio Gobierno sitúa la economía sumergida en un treinta por ciento del total de las transacciones comerciales, datos frescos de la semana pasada. ¡Un treinta por ciento!, que es muchísimo. Entonces puede que el déficit público, ese monstruo de tres cabezas que Alemania nos obliga a controlar, provenga de la ineficacia recaudatoria y no obedezca a un parón real de la economía, como se empeñan en explicar; corolario que sirve -le sirvió a CC- para incrementar la presión fiscal, sin anestesia, por cierto.

Quizás el presidente Rivero me tilde de simplista; a lo mejor conseguimos que me responda con argumentos que nieguen la evidente correlación entre la economía sumergida y el paro: qué estrambote de pura demagogia. Que aclare por qué este asunto no está en su agenda política; por qué existe la Policía Canaria y no promueve con igual empeño la Agencia Canaria contra el Fraude; por qué la aplastante realidad de unos datos tan desalentadores (ese treinta por ciento) no es detonante para dar un golpe en la mesa y pedir clemencia a unos ciudadanos que lo crucifican y le exigen soluciones sin acatar las reglas del juego: ¿"Cómo pretenden ustedes que este país salga adelante si un tercio del dinero está fuera del sistema"?, tendría que declarar desencajado.

Porque esto de la economía sumergida no nace de los poderes públicos, sino de la conducta individual del común de los mortales. Sí, usted y yo, no se me escaquee, que no es fruto de una maliciosa estrategia delictiva gubernamental ni de mafias ni del crimen organizado; estamos implicados todos, por acción u omisión. Con el fraude se acaba desde abajo, cada uno en el ejercicio cotidiano de su papel como consumidor de bienes y servicios: el acto individual de consumir dirige nuestro destino común. Y entonces, por puro egoísmo, cabría pensar qué es más barato para usted, si le conviene pedir la factura al dentista y que este liquide sus impuestos, o que le apliquen la subida del IGIC a todo lo que pague; haga números. Si el Gobierno los hiciera a lo mejor podría permitir que usted desgrave, del tramo autonómico, esa factura en su próxima declaración. Paulino, no creo que sea por falta de ideas.

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