El culto religioso católico en el que los huesos de los difuntos son honrados y también usados para "curaciones milagrosas" se revela como la continuación de una magia pagana y ancestral. Muchos pensarán al leer esto que eso sucedía antiguamente y que en la actualidad la Iglesia nada tiene que ver con esto, pero nada más lejos de la realidad, es más, en cada altar católico debe estar incluido el fragmento de un hueso de un santo para que allí se pueda celebrar el santo sacrificio de la misa.

Quien quiera tomar en serio las enseñanzas de la Iglesia debe creer sin dudar que el sacerdote ante el altar, mediante determinadas palabras ("hoc est enim corpus deum", de donde proviene la expresión "hocus-pocus"), transforma realmente la hostia en carne y el vino en sangre de Cristo, ya que quien no cree en ello, desde el Concilio de Trento, en el año 1551, está condenado eternamente.

El sacrificio de la crucifixión de Cristo repetido por el sacerdote día a día, año a año, siglo a siglo, pierde todo su sentido desde el momento en que para esta misma institución hace más de dos mil años que Jesús resucitó; esta repetición ritual de muerte de Jesús no tiene ninguna relación con Cristo desde el momento en que fue basado en cultos primitivos de ofrendas, donde, para apaciguar a una aparente divinidad airada, eran ofrendados personas y animales.

Esta horripilante imaginación, implantada por san Pablo en un cristianismo en formación, venía a decir que Jesús de Nazaret se ofreció en sacrificio de sangre para limpiar a los hombres de sus pecados y que Dios necesitaba a su Hijo como una víctima que pudiera ser sacrificada: un denominador común en casi todas las religiones de misterios y usado para supuestamente liberar a las personas de sus pecados.

Pero el punto culminante del culto de misterios de acuñación pagana es la comunión, en la cual el sacerdote y el creyente comen y beben la carne y la sangre de Cristo, algo que en nada difiere de la costumbre de los cultos de Mitra y Osiris. En Egipto era bendecido un bizcocho y con ello transformado en la carne de Osiris; enseguida este bizcocho era comido acompañado por vino. La costumbre de comer la carne de un dios tiene un origen caníbal. De hecho, la palabra caníbal se remonta a la palabra "cahna-bal", es decir, "sacerdote de Baal".

José Vicente Cobo

Sobre Titsa y el barrio de La Gallega

No sé si esta es la vía adecuada, pero me gustaría dejar constancia, por si lo consideraran de interés para las secciones de opinión, de la discriminación que se lleva a cabo con los vecinos del barrio de La Gallega y la zona de El Sobradillo, ambos barrios de Santa Cruz de Tenerife.

Dichos barrios están comunicados con el intercambiador de Santa Cruz de Tenerife mediante las líneas de guaguas 231 y 232, y sin embargo sus tarifas son interurbanas en ambos casos. Consultado con Titsa y el Ayuntamiento, ambos achacan la responsabilidad al otro, con lo que los vecinos de estos barrios de Santa Cruz se ven obligados a pagar más por el uso del transporte público que el resto del municipio.

Por puntualizar, he de decir que la 231 es directa y baja por la autopista del Norte, y la 232 baja por El Cardonal y Taco. Sin embargo, como he comentado antes, el inicio y final de la línea se encuentra dentro del municipio, y por ello considero que debería ser urbana.

Borja Saavedra Valdés