CANARIAS está sumida en un estado calamitoso que debe darse a conocer en todo el mundo, porque es un archipiélago famoso por sus atractivos para el turismo. Pero ahora, además de las noticias que están apareciendo en muchos medios de comunicación europeos y americanos sobre los incendios, también debe difundirse nuestra historia de esclavitud y sometimiento. Una situación que dura ya seis siglos, desde que las islas fueran conquistadas por bárbaros mercenarios procedentes del reino de Castilla y otros. Mercenarios crueles y piojosos, como piojosos eran los que invadieron y convirtieron en lugar de crímenes el territorio del norte marroquí.

Y actualmente Canarias padece un Gobierno que desgobierna, presidido por un señor al que se le conoce por Paulino Rivero. Dicen los que le conocen que, en realidad, cogobierna con su esposa, que es concejal del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, a donde llegó, impuesta en la lista electoral, después de haber sido despedida del de La Laguna. Y completa este "equipo de gobierno" una recua de secuaces, tan ineptos, incompetentes, absurdos y nefastos como sus jefes. Y esto -lo hemos dicho repetidísimas veces- no significa que nos refiramos a ellos en el aspecto personal, sino en su faceta política, como personajes públicos que son todos ellos. Porque en sus actuaciones desde los cargos que ocupan fastidian al pueblo canario, al que han llevado desde la época de la tecnología y el Estado del bienestar a la miseria del Tercer Mundo. Y si esto no se percibe de forma ostensible es porque hoy día la gente tiene costumbres y lleva atuendos que disimulan la pobreza y el submundo en el que vive. ¿En qué submundo?, se preguntarán: pues en uno en el que está desapareciendo, por ejemplo, el comercio, donde cada vez hay menos establecimientos pequeños y medianos, y solo se conservan los grandes porque son extranjeros en su mayoría. En este submundo los niños, los ancianos y muchas familias enteras pasan calamidades, carencias, desnutrición, mueren en las listas de espera, tienen que pagar impuestos voraces, porque España, por un lado, y la Comunidad Autónoma de Canarias, por otro, se ensañan a impuestos contra el que gana una peseta. Todo se lo roban al ciudadano, ahora considerado simplemente contribuyente.

Hemos dicho que solo nos referimos a los responsables de esta situación en su faceta política, porque es la única que conocemos, y por eso es la única que criticamos o, en su caso, elogiamos; no el aspecto personal. Y, concretamente, de Paulino Rivero, su consorte y la pandilla que los rodea no sabemos nada, ni nos interesa. Solo que nos dicen que la mayoría son corruptos e incompetentes, una especie de hez del paisanaje. En el aspecto político sí sabemos que no valen para nada.

Entonces, preguntamos, ¿por qué gobierna Paulino Rivero, si no sirve para ello y eso se ha visto de forma abierta, porque ha dejado a Canarias en la peor situación en que ha estado nunca? Pues porque -también lo hemos dicho- pertenece a un partido que, habiendo quedado en tercer lugar en número de votos en las últimas elecciones autonómicas y locales -hablamos solo de los tres partidos que tienen opción de gobernar en Canarias, los demás tienen el paso cerrado por los topes electorales-, se alió con el diablo; con una fuerza que quería tocar poder a toda costa y poder decir que cogobierna en el Archipiélago... ¡mentira!, es Coalición Canaria la que decide y, por tanto, la culpable de la situación apocalíptica de esta tierra. En consecuencia, la solución es expulsar a Paulino Rivero de CC; o bien que una nueva mayoría, aunque sea contra natura, en el Parlamento presente una moción de censura y lo eche del Gobierno, para no esperar hasta las próximas elecciones. Siempre sería mejor un pacto PP-PSOE que seguir con estos hundiéndonos cada día más en el pozo de la desesperación.

Mientras, en CC que se piensen y mejoren a su próximo candidato a la Presidencia del Gobierno, aunque ya está a la vista que esa persona es Fernando Clavijo, actual secretario general del partido en Tenerife. Pero que lo hagan ya, porque los disturbios que se pueden producir aquí cualquier día pueden ser de tal magnitud que tenga que intervenir hasta la ONU. A no ser que no pase nada porque el canario sea tan cagado, con perdón por la palabra, que prefiera morir en la miseria antes que vivir con dignidad y en libertad.