El pintor surrealista canario Julio Viera se ha posicionado con claridad en su defensa de la sostenibilidad y del medio ambiente al plantear, incluso, la posibilidad de "organizar una manifestación por la protección y el respeto al entorno". Así lo manifestaba el artista, de 78 años, en una reciente entrevista concedida al Diario de Mallorca, en cuya capital, Palma, reside desde hace cuatro décadas.

"Vine el día de Reyes para unos días y me quedé, después de estar diez años en París", explica Viera. En la ciudad del Sena coincidió con Hemingway, Dalí y otros reconocidos artistas. En Mallorca recaló en el barrio marinero de Santa Catalina. Allí celebró su cumpleaños a primeros de julio.

Viera recuerda su relación con la isla balear y sus gentes: "Aparte de la puñalada trapera del que fue mi ruin marchante, los demás palmesanos me tratan y me han tratado correctamente bien, como yo a ellos, dentro de lo que cabe".

También dio el pintor su pincelada sobre la ciudad en la que vive: "Fue algo modernista y como muestra tenemos el Gran Hotel. Sería surrealista si las islas se unieran con enormes tuberías submarinas. Ha aumentado más la cantidad de coches que de peatones. La mala circulación ha obligado a perforar galerías subterráneas para el metro. Añoro la isla de la calma de Rusiñol".

A la pregunta de si Palma le inspira, responde: "No soy pintor urbano, aunque sí marítimo, por mi litoral natal canario, del barrio pesquero de San Cristóbal, en Las Palmas. Me fascina la maravillosa Catedral de Palma en una panorámica formidable con el muelle lleno de yates ecuménicos".

También hay un espacio para unir el peculiar mundo onírico de Viera con la urbe balear. Al respecto, señala: "Lo que está ocurriendo, más que un sueño, es una pesadilla. Organizaría una manifestación unánime por la protección y el respeto a nuestro entorno y a la memoria de nuestros antepasados. Atacaríamos a las empresas especuladoras de la destrucción del patrimonio".

Julio Viera repasa asimismo los lugares en los que cuelgan sus cuadros y apunta con su ironía habitual que los tiene en bares e incluso en museos: "Hay cuadros míos en el Pigalle, la Bodega La Rambla, el Español, Diez Hermanos o Quinramis. No solo expongo en bares, incluso en museos. Dos de mis grandes cuadros figuran en la moderna pinacoteca del Vaticano. ¡Y no me importaría exhibir hasta en los infiernos! Presentar mi obra en los bares y restaurantes de Palma no rebaja mi categoría de generalísimo. Los bares con cuadros son cultas influencias de las tabernas artísticas de París, que están repletas de cuadros, esculturas, dibujos y fotografías. También tengo expuesto un grandioso cuadro de 30 metros llamado la Playa Fantástica en un antiguo supermercado que se llamaba Mercoisa. Lo vendimos a ese comercio a un precio de grandes rebajas. ¡Esta maldita crisis!".

Cuestionado sobre si echa de menos su faceta como tertuliano en la bodega Marina, ya cerrada, explica: "Sí, al igual que el formidable ambiente de la plaza Gomila, muy cosmopolita. Allí expuse una colección que vendí al Tito''s Club y otras salas de fiesta de este nostálgico lugar internacional. Era como cruzar una frontera a un mundo donde todo era muy alegre. La droga y la especulación han convertido esta zona en un cementerio sin cadáveres".

Viera concluye sus reflexiones con lo que opina sobre la transformación que ha sufrido en los últimos tiempos el popular barrio de Santa Catalina en el que reside: "La calle peatonal -Fábrica- ha frenado el escandaloso ruido y con el armonioso silencio se comprende mejor al ciudadano. Por tal motivo he compuesto una marcha quijotesca, en bocina menor, homenaje al andante peatón incomprendido. Quizá otra vez tenga que emigrar al extranjero, porque al parecer tengo mal aparcado mi caballete en España. Escrito está -concluye-, nadie es profeta en su tierra".